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La Hora “0”


El Sr. José es un hombre solitario. Su esposa falleció, los hijos se fueron y le llegó la jubilación. Pero aún no está vencido, todos los días tiene algo que hacer. Su única compañía son sus fieles Poodles.

Los pequeños le despiertan ladrando, es una fría mañana de sábado, 4:30 a.m., los perros vecinos se unen al ladrido… José se incorpora de su cama, pues es muy insistente el ladrido.

Enciende la luz del porche, aún está oscuro. Abre la puerta…

Lo primero que ve es el cañón del arma frente a su rostro.

Todo pasa por su mente, se queda sin aliento mientras que una mano le empuja al interior de su casa… a golpes le doblegan mientras arrancan el cable del teléfono, el mismo que usarán para atarlo, el lazo se cierra en su cuello, cualquier intento de moverse le ahorca.
Los delincuentes toman las llaves del auto y lo llenan con todo lo que encuentran de valor, incluyendo lo que encuentran en la alacena y hasta en la nevera. Los perros siguen ladrando, no imaginan la suerte de que aún permanezcan vivos. Otros perros de la urbanización no tendrán la misma suerte.

Nadie se conmueve, ningún vecino sale, solo son los perros ladrando, una vez más, como siempre.

Los delincuentes abren el estacionamiento con las llaves de José, un buen comienzo para un día que despunta. Un mal día para un jubilado, en un país con la inflación más grande del planeta y la pensión para ese momento es de Bs.15.501,15, unos 25 dólares al mes, calculado al dólar “SIMADI” oficial, o $15,50 al dólar que se consigue o dólar “Negro”, porque al SIMADI el pueblo no puede acceder.

Días después, amanecen envenenados el Rotweiler que vigila al conjunto de casas al frente y diagonal de la casa de José, igualmente está muerto “Coco”, el simpático callejero que había adoptado como su casa, el estacionamiento de dichas casas. Esa noche, entran y se llevan un camión. En la protección de sus casas, atisbando por las ventanas, los vecinos son testigos mudos, aterrados llaman a las autoridades que nunca llegaron.

María vive frente a José. No sé muy bien porque llegaba a su casa a las 6:30 a.m., la mañana es luminosa y la gente ya pasa por la calle con toda confianza, es paso obligado de otros caseríos y barrios y la claridad a los atracadores motorizados que pululan en las oscuras madrugadas.

Como siempre María se para frente al portón de su casa y abre para entrar con su auto, justo cuando entra, un vehículo desconocido se coloca detrás del de ella con brusquedad, bloqueando la salida, unos individuos salen aprisa, mientras tanto María ha comenzado a gritar y corre hacia su casa. Los individuos, le gritan que se calle, que es un procedimiento policial, incluso muestran una placa, mientras exhiben armas largas.

María logra entrar en su casa y continúa gritando. José se asoma a ver qué sucede, pero al percatase de lo que ocurre se paraliza. Con el alma en vilo se encierra en su casa y reza.
Esta vez, los vecinos se asoman, hay más gente en la calle, demasiados testigos; rápidamente se introducen en su auto, retroceden y se alejan a toda velocidad. Esta vez si llegaron las autoridades, casi media hora después, aunque en la urbanización hay un destacamento policial. Ese tipo de cosas que a uno le cuesta entender.

Casi 20 días después, Ricardo y Alberto regresan de un duro día de trabajo, en la casa viven 9 personas, son las 8 p.m., como siempre se detienen frente al portón y Alberto baja para abrir y dejar entrar el auto. Marina, su esposa llama a los 2 Pastores Alemanes y al Catire, el amistoso Golden Retrieve,

El auto pasa y Alberto procede a cerrar el portón, inmediatamente un auto desconocido se detiene frente a él iluminándolo, inmediatamente el pasajero se baja armado con un arma de asalto, posteriormente la describiría como un AK-103, la versión evolucionada del AK-47, clásico Kalashnikov.

Con brusquedad le indica que abra el portón e introducen el vehículo, mientras el hombre del arma larga les recomienda guardar a los perros si no quieren verlos muertos.

Los delincuentes someten a la familia, a los 9, llenan su auto y el auto de Ricardo con todo lo que pueden, entre risas se beben la leche de la nevera, al menos son “sanos”, vacían las despensas destinadas a alimentar a esta gran familia, los alimentos logrados después de muchas madrugadas haciendo cola, para obtener los productos básicos. Celulares, televisores, una hora es suficiente para obtener todo lo que consideraban de valor.

La esposa de Ricardo alcanza a preguntar que, si les estaban “cazando”, a lo que el delincuente responde con desfachatez:

“Nada de eso mi doña, simplemente estábamos dando vueltas para ver a quien pescábamos y ustedes fueron los ganadores”. - le miró con una torva sonrisa en su rostro.
En ninguno de los casos usaron máscaras, ellos están confiados en “su pesca”

El 4 de septiembre del 2016, el “Defensor del Pueblo”, Tarek William Saab, confirmó que la situación es “brutal”, y manifestó a los medios de comunicación, su “preocupación” por el hecho de que en los calabozos policiales haya casi la misma cifra de reclusos que en un recinto penitenciario. Según cifras extraoficiales de la organización no gubernamental, Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP) en 2015, el hacinamiento en las cárceles venezolanas superó el 190%, debido, principalmente, a la lentitud del sistema judicial.

Por cosas del destino, a los pocos días, alguien reconoció el automóvil de Ricardo, estaba “enfriándose” en un estacionamiento de un conocido fuerte militar de la capital venezolana. Nada extraño, por cierto, en dicho recinto.

Aunque todo es lamentable, las historias no siempre acaban con el simple atraco, a Ricardo le llamaban pidiendo dinero, amenazando.

La principal amenaza es que en cualquier momento pasarían y “llenarían de plomo a la casa y a todo el que estuviera en ella”.

Imaginen el terror de Ricardo, literalmente desmanteló a la familia. En la casa solo quedaron él, su esposa y Alberto, el resto de la familia, incluyendo sus hijos, se trasladaron a casa de familiares hasta tanto se sintieran más seguros.

¿Qué cómo sé todo esto?

A los días me despierto como siempre, son las 4 a.m. Como es habitual nos tomamos nuestro tiempo para acicalarnos, pero igual salimos temprano. Con los sucesos anteriores las precauciones que tomemos siempre parecen ser pocas. Reviso la calle, la cual ahora se encuentra permanentemente a oscuras, como todas las calles de Venezuela.

Ya tomamos el café con leche, nos lavamos y vamos al baño. Vieja costumbre que nos quedó de los tiempos en los cuales las grandes colas nos podían alejar hasta 2 horas de la oficina. Ya esos tiempos pasaron, la gran cantidad de caraqueños que han abandonado el país, se sienten en el tráfico. En un mal día tardamos 45 minutos a la oficina.

Mi esposa se encuentra en el cuarto, apagando luces mientras yo en la sala hago lo mismo y recojo los bolsos para salir.

Son las 5:30 a.m., de un lunes, seguramente estaremos en la oficina a las 6 a.m. El twitter dice que la vía está despejada.

De pronto el silencio de la oscura madrugada se rompe ante las múltiples y cercanas detonaciones. Ambos por instinto nos agachamos y corremos al “lugar acordado”, el baño interno.

Se escucha una voz que rompe el silencio detrás de las balas,

¡Llámala!¡Llámala! - grita la voz en la calle. Mientras se escuchan los silbatos de alarma de varios vecinos.

Comienzan gritos en la casa de los vecinos, reconozco la voz de Marina, la esposa de Ricardo, la misma se confunde a los llamados del mismo Ricardo a su primo Alberto.¿Cumplieron las amenazas?

En mi techo escucho el sonido típico de alguien que corre en medias en el piso de arriba.
Las voces se van apagando.

Nicolás, el Pastor Alemán de la casa recorre de punta a punta el patio con su estrepitoso ladrido, en medio de todo me tranquiliza saber que está bien.

El aumento de voces en la calle hace eco en las paredes alcanzando nuestro refugio. Dejo a mi esposa en el baño y me acerco a la ventana de la sala, también mis perras ladran con furia, uniéndose a los ladridos de toda la urbanización.

En la oscura calle veo figuras fantasmales reunidas en el portón de donde se robaron el camión. Enciendo las luces de seguridad iluminándoles y observo que las miradas se dirigen a la casa de Ricardo.

Mi esposa intenta llamar al 911, sin embargo, no hay nadie que responda. Así funcionan las cosas en Venezuela.

Salgo a la calle, todos se dirigen a la casa de Ricardo, pero me tranquilizo al verles a ellos mirando al frente de su casa. En la oscura calle se encuentran dos vehículos, uno de ellos con las puertas de conductor y pasajero abiertas. En la oscuridad no distingo si hay alguien.
Los muchachos vecinos se acercan con cautela, y ante los gritos de los adultos de que “NO TOQUEN NADA”, responden con un “NO HAY NADIE”.

Apenas minutos antes, Jhonny, un joven escolta, el cual hace tiempo formó parte de las Fuerzas Armadas, sale de su casa a su trabajo como escolta de un funcionario. Como todos los días, sale de madrugada a su trabajo, más de una vez hemos coincidido a esas horas de la madrugada.

Hoy es igual que siempre.

El portón de su casa es automático, se abre la puerta y sale a la calle. No se percata del auto que se encuentra estacionado del otro lado dela calle, frente a las casas de José y María, exactamente frente a la casa en donde hace dos meses le quitaron al joven Raúl su automóvil, cuando salía temprano a hacer “una carrerita” (llevar un pasajero), no bastando con eso, el delincuente le realizó una cortada punzo penetrante antes de irse, con la suerte de que solo le hirió.

“Para que te acuerdes de no dudar cuando te dan una orden”. – le dijo el maleante después de herirlo y subir a su “nuevo” botín.

Jhonny no puede ver a los dos individuos agachados en el vehículo, esperando a “alguien a quien pescar”.

Al ver la luz del auto de Jhonny, arrancan a toda velocidad para plantarse con luces altas ante su auto, justo al frente a la casa de Ricardo… exactamente en el momento en el cual yo recogía los bolsos para salir.

Luis, mi vecino salto de su cama al escuchar el chirriar de los cauchos arrancando a toda velocidad. El mismo Luis que ahora vive alquilado porque tuvo que dejar su casa propia en un campo cercano, luego que encapuchados armados amenazaran su vida y la de su familia.

El delincuente armado salta del asiento de pasajero blandiendo su arma automática. Nunca contó con que Jhonny está entrenado.

Jhonny encandilado ve la silueta del maleante, inmediatamente abre la puerta y se lanza al piso, ya tiene su arma de reglamento desenfundada.

El delincuente abre fuego contra Jhonny en cuanto vio la puerta abrirse, una bala atraviesa el parabrisas, justamente en donde segundos antes había un ser humano. Otras dos balas impactan una en la puerta y otra en una caja de electricidad de la calle.

Sin embargo, ya Jhonny estaba fuera de su línea de fuego y encandilado vacía su arma en contra del auto y las sombras.

Ricardo en su casa abrazaba a su mujer mientras la empujaba de la cama a la seguridad del piso, por su mente solo pasa que les están atacando, ¿se estaban vengando porque les habían denunciado?

Ese era el instante exacto en el cual, a toda prisa, yo me encontraba con mi esposa en el pasillo y nos ocultábamos en el baño.

Los delincuentes sorprendidos solo piensan en una alternativa… correr por sus vidas.

Cruzan la calle alejándose de todas las casas que hasta ahora habían sido víctimas fáciles. Corren por sus vidas y por suerte o por gracia de Dios no se llevaron ninguna en el intento.
Después de hablar con los vecinos y ver que todos estaban bien, salgo a la oficina.

Mi esposa se estremece a mi lado y con voz quebrada solo alcanza a susurrar…

"Pudimos ser nosotros, sólo faltamos nosotros". - con mi mano en su mano, atajo el sollozo.

Al llegar a la Panamericana un vehículo de transporte público nos tranca el paso para dejar pasajeros. En todas sus ventanas se repite la misma consigna escrita a mano:

HORA "0"

Así expresan el inicio de una lucha por nueva tarifa. Unilateralmente han amanecido cobrando Bs.60,15 bolívares más de la tarifa oficial.

Al moverse la unidad y con la angustia golpeando al corazón atrincherado continúo mi camino, ya la cola de gente se ha formado al Automercado Central Madeirese del Centro Comercial La Cascada, el camión con los efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana se encuentra estacionado en el sitio y no menos de 8 Guardias, fuertemente armados, en traje de combate y con escudos se aprestan a “vigilar” a los hambrientos conciudadanos.

Otro grupo de Policías Nacionales Bolivarianos contemplan en una esquina, mientras, a casi una hora de los hechos acaecidos al frente de mi casa, ninguna autoridad se había presentado. Un vecino “de cierto rango” había salido en su vehículo a buscar a la autoridad.
Definitivamente es más seguro vigilar a un grupo de hambrientos desarmados que a los colectivos armados, las bandas delincuenciales que pululan ante la impunidad descarada de un gobierno forajido.

Un pueblo con miedo no se moviliza.

Al día siguiente no salí de madrugada, aunque llegue más tarde debo esperar a que aclare lo suficiente. Por nuestra seguridad debemos salir junto a otros vecinos. Hemos vuelto a la era de los “Convoy”.

A media mañana las calles que rodean mi oficina comienzan a colapsar, en el twitter reportan “un gran trancazo”, las Asociaciones de Conductores de transporte público del Sur- Oeste de la ciudad, han parado sus unidades en los alrededores del edificio, del Ministerio del Poder Popular para el Transporte Terrestre. Es la más grande manifestación lograda por este gremio, el cual siempre se ha caracterizado por defender intereses individuales, además de mantener fuertes riñas territoriales.

No les ha unido la inseguridad, la cual les quita casi a un “agremiado” semanalmente, tampoco lo logró el deteriorado relieve de las vías, ni la falta de repuestos lo cual ha degenerado en el deterioro y hasta la paralización de muchas de sus unidades, tampoco les une el hambre de sus familias, la carencia de medicinas o que un compañero o familiar muera en un centro hospitalario por falta de atención, del tratamiento apropiado o la medicina necesaria.

No… lamentablemente les ha unido la negativa del gobierno a que suban el pasaje 15 bolívares. Exigen subir 0,02 USD al pasaje. Aspiran cobrar Bs.60 (0,09USD) a un pueblo que gana 99 USD, de los cuales $35 son el salario mínimo y el resto corresponde a primas por alimentación (todo calculado a dólar oficial o DICOM, del momento en el cual esto sucedía… al dólar que no está disponible para el pueblo, por orden del gobierno del pueblo)
Pararon la ciudad con el fin de cobrar más a los únicos afectados, sus conciudadanos. Después de todo, a los que están trabajando les subieron el salario mínimo.

Se unieron las tribus del transporte para hacer pagar más a los de la tribu de los transeúntes.

Mientras tanto, el Estado se ampara en los poderes conquistados para proteger su permanencia, pisotean la constitución y crean SUPERPODERES, como el electoral y el Tribunal Supremo, elevándoles a Poderes por encima del Poder Legislativo, el único poder elegido por el pueblo, al igual que el presidencial.

La corrupción se apalanca mientras unos se van, otros callan y muchos corremos a nuestros baños a escondernos de la violencia.

El país cae vencido por el miedo mientras un militar se encarga de la comida, nombrando generales o almirantes de los rubros básicos.

Definitivamente, también es más seguro capturar a un arroz o una pasta desarmada que a la “Megabanda del Valle”.

Marcos, Erika y sus hijos están de fiesta, hace 15 días compraron una bella casa en nuestra urbanización. No he tenido la fortuna de conocerles, y tampoco ellos han tenido el tiempo de conocer a José, María, a los vecinos del camión, menos a Luis, Ricardo y Alberto y Marina. Pero todos ya sabemos de ellos, pues ese día 15, entraron en su casa y prácticamente “los mudaron”.

Y mi pregunta es, ¿a quien le llega en este momento su HORA “0”?

¡La “HORA DEL PARO”!

Esa hora que nos cambia la vida o nos corta el futuro.

Venezuela vive un holocausto en donde lo que nos falta es el número tatuado en el brazo. Tenemos la certeza de que nos tocará, lo que no sabemos es cuando.

Como siempre, el mundo llegará tarde…

Como siempre…

Pero es más fácil esperar nuestro turno, mientras le decimos a la MUD, como debe hacer las cosas, porque en verdad, no lo están haciendo bien. ¡Sería tan fácil salir de este problema si entraran al baño, en donde me escondo y tomaran nota de mis instrucciones!

Sería tan fácil si salieran a la calle hasta que el depravado gobierno cayera.

Sería tan grato aparecieran héroes dispuestos a dar su sangre… para salvar la mía.

Bueno, la verdad es que si salgo del baño será para, con valentía, irme del país.

Cada quien con su lucha… o mejor no… los que se van hacen su lucha, no es fácil ser extranjero.

Seguramente un día llegaran los gringos y nos liberaran de este campo de concentración… así que a lo mejor me quedo en mi baño.

En fin…

Mientras el miedo me quiere paralizar he tomado la decisión de que la HORA “0”, LE LLEGUE A LA CORRUPCIÓN.

EXTREMARÉ PRECAUCIONES, PERO EL TERRORISMO DISFRAZADO DE ESTADO TIENE SUS DÍAS CONTADOS.

PORQUE EN MÍ, SE CONSIGUIERON A UN VENEZOLANO QUE VENDERÁ SU VIDA CARA. UN VENEZOLANO QUE FUE AL BAÑO PARA PROTEGERSE, PERO QUE SIEMPRE SALDRÁ A DAR LA LUCHA POR SU LIBERTAD.

CADA DÍA APRENDEMOS MÁS, AVANZAMOS MÁS.

NO DESCANSES VENEZOLANO, NO ESTÁS SOLO, SOMOS MILLONES Y UN PUÑADO DE VANDALOS ARMADOS NO PUEDEN QUITARTE TU VOLUNTAD DE VIVIR.

Y VIVIR BIEN, EN PAZ Y JUSTICIA.

ADELANTE VENEZUELA QUE EL RELOJ ESTÁ POR DAR LAS 12 CAMPANADAS.

FUERZA Y FE

Reinaldo Poleo
@rpoleo

P.D. Los nombres reales han sido cambiados, pero los personajes y hechos descritos son verdaderos, doy fe de eso. Después de 27 casas robadas en 6 meses, se logró que dos policías hagan una ronda por la urbanización. A más de una semana de la decisión, nunca los he visto y las calles siguen a oscuras.

Pero vamos a defendernos…

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