La señora Jacinta vive
en una humilde, pero digna vivienda en un barrio de la ciudad de Valencia, el
Sr. Pablo, su marido es obrero de la construcción, a pesar de su edad, es muy
buscado y querido, es uno de esos venezolanos que han levantado a sus hijos a
fuerza de trabajo duro… bueno… a su hijo porque al menor se lo mataron cuando
estaba por comenzar la universidad, para robarle el celular.
El Celular que Don
Pablo le compró con tanto sacrificio como recompensa por graduarse de bachiller
con tan buenas notas. Mataron a Juancho y Venezuela se quedó con un futuro
Ingeniero menos.
Lo normal pues, lo
normal.
Pablo Jr. el mayor,
bueno, ahora el único, está por graduarse de abogado, pero el muchacho le salió
inquieto y está empeñado en salir a protestar, el carajito se declara opositor
y ahora le dio por “luchar por la
libertad”.
Doña Jacinta prepara
café, el poco que le queda, porque el café de “el estado”, después de la
expropiación, ahora es “Gourmet” y no lo puede pagar ya que el regulado solo se consigue “bachaqueado”
y tampoco lo puede pagar.
Lo normal pues, lo
normal.
Coloca 3 platos en la
mesa, y les sirve el fororo, es lo único que ha encontrado para desayunar. Don
Pablo la ve con tristeza, los ojos hinchados de Doña Jacinta la delatan, ha
pasado la noche despierta y llorando. Son las 5 de la mañana, hoy no tararea
como todos los días, más bien musita ave marías.
Con un grito llama a
Pablito a desayunar. - Ese muchacho va a
llegar tarde - dice algo molesta y con ademán agitado.
Lo normal pues, lo
normal.
Ya no reza, refunfuña,
y se sienta en la mesa frente al humeante plato de fororo caliente. Don Pablo
coloca, tiernamente, su arrugada mano en su brazo, ella lo aparta con violencia
y con violencia se vuelve a poner a llorar desconsoladamente.
Se acuerda que Pablito
no va a salir del cuarto, Pablito fue detenido en una calle de Valencia por
protestar, dicen que lo juzgó un tribunal militar y lo envió con destino
incierto a Punto Fijo, a 373 kilómetros de su casa. Les dijeron que lo verían
en un mes, si acaso, les dijeron que era ilegal, pero ellos van a donde lo
mandaron, la vieja Jacinta no es de brazos cruzar y Don Pablo mira con tristeza
su Carnet de la Patria, él pensó que eso lo podría ayudar.
En el comando regional
se lo mostró al Guardia quien se rio con desprecio y con casi burla cuando le
dijo que no podían pasar.
Lo normal pues, lo
normal…
En Venezuela ahora la
justicia Penal Militar procesa civiles, ahora eso es lo normal.
Desde septiembre del
2016 dejé de escribir, no porque no tuviera tema, sino que simplemente todo se
volvió variaciones del mismo tema. Es como esas películas exitosas, las cuales
vemos el mismo planteamiento en las versiones 2, 3 y hasta 4 y 5, tipo Rocky.
Cambian los eventos, pero siempre es la misma trama con unos simples cambios en
algunos elementos.
En diciembre era que la
economía no funcionaba por culpa de los billetes de 100, los mismos serían
recogidos en tiempo récord, luego dijeron que los nuevos billetes no llegaron. Solo
fue una maniobra para lavar el dinero sucio, cosa que no es de extrañar, aún
hoy y, mes a mes, se prorroga el uso de los billetes de 100.
Luego entre tantas
cosas irrelevantes dentro del recrudecimiento de la crisis, el TSJ, maximiza su
práctica de detener cualquier acción o competencia de la Asamblea Nacional y
ordena se trasladen las atribuciones de dicha Asamblea a la competencia del
tribunal, un golpe de estado al mejor estilo de Fujimori.
Luego viene la reconsideración,
pero, se dejan las atribuciones de legislar en lo económico. El gobierno
necesita dinero y legalmente no puede obtenerlo. Las bombas de humo se vuelven
más radicales, se atacan las panaderías y la gran campaña por salvar el pan, se
desvanece.
En abril, los botes de
humo se convierten en terrible realidad, el pueblo marcha pacíficamente en las
calles y comienza el baño de gases lacrimógenos, los perdigones, las balas.
Hoy, día tras día, la
Dictadura se trata de afianzar, ataca la disidencia, ya fueron “botados” del
MERCOSUR y ante la posibilidad de que se le aplique la Carta Democrática por
parte de la OEA, la crema y nata de la democracia chavista, en la persona de su
canciller, deciden iniciar su salida del organismo internacional, en un
derroche majestuoso de desconocimiento del derecho internacional.
Hoy, 17 de mayo, cuando
llevamos más de 40 días de protestas, las cuales se han extendido a nivel
nacional, la represión ha dejado 54 muertos, más de 13.000 heridos y más de
2.500 arrestos. La detención injustificada, el uso de armas en manifestaciones,
los grupos paramilitares pagados por el gobierno, francotiradores, torturas se
convierten en nuestro día a día. El poder represor se ampara en la fiscalía
militar, ante un Fiscal General de la República el cual declara la pérdida del
debido proceso y el fin del Estado de Derecho.
“Instigación a la
rebelión, ataque al centinela y vilipendio”, la plantilla utilizada para
justificar las detenciones irregulares y saltar a los jueces naturales que
deben estar a cargo de los civiles.
Lo normal pues, lo
normal.
La dictadura se
convierte en el Poder Originario, tanto dijo que era el pueblo que ahora dice
ser el único pueblo y convoca al poder constituyente, el estado no está mal, lo
malo es la constitución y su esquema de estado. Ya no somos Pueblo, un grupo de
corruptos miembros de un narcoestado se erigen como pueblo y el resto es
oposición.
Al Golpe del máximo
tribunal, se une el golpe constituyente.
Lo normal pues, lo
normal.
En este preciso
instante, mueren niños tanto por desnutrición como por falta de medicinas… lo
siento, también tenemos niños muertos por el disparo de un colectivo
(paramilitar pro gobierno) como a Brayan Principal, quien contaba con 14 años cuando
murió luego de ser herido de bala por colectivos en la urbanización Yucatán en
el norte de Barquisimeto, no protestaba, había salido a comprar café, al igual
que el niño Carlos José Moreno, estudiante de economía de la UCV de 17 años de
edad, falleció por un disparo en la cabeza, efectuado por colectivos durante
una protesta en la plaza La Estrella de San Bernardino del Distrito Capital.
También murió Albert
Alejandro Rodríguez Aponte, tenía 16 años de edad y murió por asfixia producto
del gas lacrimógeno que se usó para controlar una manifestación en la parroquia
El Valle, en Caracas.
Podríamos incluir en
esta lamentable lista a los menores muertos por funcionarios, los cuales NO
DEBERÍAN USAR ARMAS EN MANIFESTACIONES, como Luis José Alviarez Chacón, el
joven tachirense de 18 años manifestaba junto a un grupo de personas en Palmira
cuando recibió un impacto de bala en el tórax disparado por un funcionario de
la Policía Nacional Bolivariano o a Yeison Mora Castillo, el adolescente de 17
años de edad, quien murió producto de un impacto de proyectil en el rostro
cuando manifestaba en el municipio Pedraza de Barinas. Un funcionario de la GNB
disparó el proyectil a quemarropa.
Lo normal pues, lo
normal.
En este momento, los
colegios están siendo amenazados para obligar la apertura de los mismos porque “Lo
Normal” es obligatorio.
A la gente que me
escribe diciendo que en algún momento todo “Se siente normal”, debo contestarle que lo lamento mucho por ella.
Su normalidad, NO ES la
mía, en mi normalidad, se vive en democracia. En mi normalidad yo no tengo que
sobrevivir todos los días, no le temo a los colectivos y las policías y
guardias, respetan la constitución.
En mi normalidad, llego
en las tardes con Pan y Leche, no hago colas para comprar lo que quiero y lo
que quiero está en el lugar de mi preferencia, no debo dedicar varios días para
conseguir lo que necesito o quiero. Tampoco hay “bachaqueros”.
En mi normalidad no hay
tres tipos de cambio, ni mercado negro, ni le tengo que pedir dólares al
gobierno para poder viajar, mientras ellos no necesitan permiso y sus hijos
viven y estudian como príncipes en el extranjero.
En mi normalidad lo que
como se produce en Venezuela.
En mi normalidad hay
medicinas, hospitales y cuando voy a un médico, puedo pagar la consulta, el
tratamiento y las medicinas. En mi normalidad, el oncólogo de mi papá, no
abandonó a sus pacientes, ni a su país.
En mi normalidad, las
muchachas que trabajan conmigo sueñan con casarse y buscar un lugar en donde
puedan hacer una familia. Los muchachos piensan en comprar un carro y salen los
viernes a tomar unos tragos.
En mi normalidad puedo
aspirar a comprar una casa, cambiar el carro y hasta tomar vacaciones. Puedo
aspirar a un crédito en un banco que cubra razonablemente mis sueños.
En mi normalidad la
embajada norteamericana no le da prioridad a chinos, árabes y corruptos, porque
tienen los ingresos. Ni devuelven a tanto venezolano, que busca refugio y
oportunidades, de lugares lejanos, muchos de ellos son los mismos a los que un
día les abrimos las puertas de nuestra nación, sin miramientos ni
contemplaciones, cuando huían de guerras, guerrillas y otras dictaduras.
En mi normalidad mi
papá con sus 76 años y mi mamá con 71, no salen a protestar, ni tiene que
escapar de las bombas lacrimógenas, porque “no quieren morir en una Venezuela
con dictadura”.
En mi normalidad, Diego
Arellano de 31 años no es asesinado por un Guardia Nacional en San Antonio de
los Altos, ni es normal que muera sonriendo porque se vá de este mundo con el
espíritu libre, la conciencia limpia, porque se despide del lado correcto de la
historia.
Lo siento amigos, yo
quiero MI NORMALIDAD; porque en la tuya las fiestas de cumpleaños son tristes,
son matinés porque no se puede salir tarde, hay pocos regalos y casi no hay
familia que te abrace, porque son muchos los que se fueron del país.
Lo siento…
NO QUIERO TU NORMALIDAD
Y ME NIEGO A QUE PASE ÉSTE MOMENTO HISTÓRICO EN EL CUAL MUCHA GENTE ESTÁ DANDO
EL RESTO, SUS BIENES, SU TIEMPO Y HASTA SU VIDA PORQUE QUIEREN MI NORMALIDAD Y
NO LA TUYA.
El momento es ahora.
Ni quiero entregar a mi
país, ni mi libertad.
Estoy seguro de estar
del Lado Correcto de la Historia.
Dios les Bendiga, en
esta oscura hora.
FUERZA Y FE.
Reinaldo Poleo
17/05/2017
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