Como
buen muchacho de apartamento, la televisión, los libros y mis hermanos, eran
mis grandes compañeros. A principios de los 80, las series de TV eran el gran
acontecimiento y para los seguidores de los Cómics, la llegada de un nuevo
superhéroe consistía, definitivamente, en todo un acontecimiento.
Poco
antes de irme a la universidad me quedé atrapado por una nueva serie, “El
Gran Héroe Americano”.
La
serie trataba acerca de un profesor de "alumnos con problemas de
conducta" y comienza cuando decide salir de excursión en autobús al
desierto con ellos. Durante el camino coincide con un agente del FBI en un bar,
con el cual, tiene que mediar cuando discute con uno de sus alumnos. Al caer la
noche, ya en pleno desierto, el autobús se avería y tiene que dejar a los
alumnos solos e ir a buscar ayuda. Entonces se encuentra con el coche de Bill
Maxwell, el agente del FBI, y ambos son sorprendidos por una nave espacial que
les ofrece, a través de un hombre negro (compañero de Maxwell que fue asesinado
y recogido por los extraterrestres), un traje con poderes especiales, el cual
debe utilizar Ralph Hinkley, el profesor, para solucionar los problemas del
mundo, y a fin de evitar que cayese en malas manos solo funciona con él.
La
historia se complica cuando al volver del desierto el manual de instrucciones
del traje se cae y se pierde. De ahí en adelante comienza la epopeya del
personaje al tratar de aprender el manejo del traje y sus superpoderes, en base
al ensayo y error.
Mientras
yo pasaba de la emoción a la frustración y de las risas al sentimiento de que
al final Ralph salvaba la situación, llegó el momento de alejarme de casa para
ir a estudiar. Atrás quedarían los años de vivir en el apartamento de mis
padres y comenzaba el principio del resto de mi vida. Atrás quedaban mis series
favoritas y me embargaba el sentimiento agobiante de enfrentar nuevas
responsabilidades.
Hay
demasiadas cosas en la vida que vienen sin manuales.
18
años después, casi el doble de aquel nuevo principio, el 2 de febrero de 1999,
para ser más específico, el mundo era testigo de uno de esos acontecimientos
típicos del tercer mundo, ascendía a la presidencia de la República de Venezuela,
el teniente coronel Chavez un oscuro personaje cuyo mayor mérito fue su
frustrado golpe de estado, su afortunado “por ahora” y el indulto firmado por
el presidente en ejercicio, Dr. Rafael Caldera, dejándole el pleno ejercicio de
sus derechos.
Cosas
de la ingenua democracia.
Ese
día, el insolente personaje prestaba juramento en el Congreso de la República,
sobre la Constitución vigente desde 1961, o como él mismo la llamó en su “Show”
de coronación, “La Moribunda”.
Minutos
después, ya como presidente de la República de Venezuela, invocaría a una Asamblea Nacional Constituyente, la
cual, el pueblo Soberano debía aceptar dicha convocatoria, en un referéndum. Es
importante destacar que, en esos tiempos pre socialistas, mejor conocidos por
mí, como la “Era de la Mascara” (cualquier parecido a Cuba es pura
coincidencia), el pueblo era el soberano. Quién pensaría que 18 años después,
el sucesor del difunto comandante se declararía en complicidad con el TSJ o
Tribunal Supremo de Justicia, “Soberano”, pero de eso hablaremos en otro
momento.
Y
así es como, 1999 nos trajo una nueva Constitución, bastante a la medida de los
“caprichos” del comandante. Él mismo la describiría como “la mejor
constitución del mundo” y de igual forma, él mismo la bautizaría, “La Bicha”.
La
Asamblea fue aprobada por un referéndum en abril de 1999, se realizaron las
elecciones en julio de ese año, eligiendo 131 miembros. La constitución fue
refrendada en consulta popular en diciembre del mismo año. En aquellos días, el
CNE (Consejo Nacional Electoral), no tenía problemas de presupuesto y era
bastante expedito en sus funciones, fue luego de la “socialización” del ente
que se convirtió en un “deficiente facultativo”.
No
voy a hablarles de los ardides matemáticos los cuales dieron una amplia ventaja
al nuevo oficialismo, cuando ganaron el 95% de los asientos con el 65,8% de los
votos (cosa que veríamos magnificada, en todo tipo de elecciones venideras,
amparadas con la constitución a la medida de las necesidades del nuevo
gobierno).
No
puedo evitar señalar, que muchos de los que hoy proponen crear una nueva
constitución “comunal”, salvadora y milagrera, invocando el poder “Soberano”
del dictador, el cual se autoproclamó “pueblo”; fueron parte de aquella
Asamblea Nacional Constituyente, incluyendo al dictador Nicolás Maduro, al
“Defensor del Puesto”, perdón, “del pueblo”, Tarek William Saab, el profesor
Aristóbulo Isturiz, el utilitis, Elías Jaua y el legendario comodín Hermán
Escarrá, entre otros.
En
resumida cuenta, amanecimos el año 2000 con “la mejor constitución del mundo”, la Constitución de Chávez, el
librito azul… “La Bicha”.
Sin
embargo, supongo que los escasos opositores inmersos en la vorágine roja y
constituyentista, hicieron lo que hacen los dueños de programas de computación…
dejaron una ventana o más bien, una puerta
trasera para casos de emergencias, una emergencia la cual intuían.
Y
es así como dejaron los artículos 333 y 350 de la Constitución Nacional. “Las
Puertas Traseras”:
“Artículo 333. Esta Constitución no perderá su vigencia si dejare de observarse por
acto de fuerza o porque fuere derogada por cualquier otro medio distinto al
previsto en ella.
En tal eventualidad, todo
ciudadano investido o ciudadana investida o no de autoridad, tendrá el deber de
colaborar en el restablecimiento de su efectiva vigencia.”
“Artículo 350. El pueblo de Venezuela, fiel a su tradición republicana, a su lucha por
la independencia, la paz y la libertad, desconocerá cualquier régimen,
legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías
democráticos o menoscabe los derechos humanos.”
El
detalle está, en que no nos dejaron el manual para activar estos poderes,
probablemente se cayó en el camino, tal y como le sucedió a “El Gran
Héroe Americano”.
Es
importante recordar que, en el año 2003, el Magistrado del Tribunal Supremo de
Justicia, Iván Rincón Urdaneta, fue el ponente de una decisión que intentó
aclarar el artículo 350, mientras todos esperaban se intentara reescribir el
manual, tan solo se obtuvo una advertencia por sentencia, dirigida
específicamente a los militares en desobediencia, los cuales se habían
atrincherado en la emblemática Plaza Altamira de Caracas.
En
resumidas cuentas, la sentencia aseguraba que el artículo 350 sólo puede
invocarse cuando se hayan agotado todas las instancias legales, incluso las
internacionales, y no se haya logrado obtener una respuesta que beneficie a la
población.
"Sería un contrasentido pretender como legítima la
activación de cualquier medio de resistencia a la autoridad, legislación o
régimen, por encima de los instrumentos que el orden jurídico pone a
disposición de los ciudadanos para tales fines, por cuanto ello comportaría una
transgresión mucho más grave que aquella que pretendiese evitarse a través de
la desobediencia, por cuanto se atentaría abierta y deliberadamente contra todo
un sistema de valores y principios instituidos democráticamente, dirigidos a la
solución de cualquier conflicto social".
Con
esta sentencia, los militares que se declararon en "desobediencia
legítima", en Altamira, pasaban a la ilegalidad ya que no habían acudido a
todas las instancias, ni las nacionales, ni las internacionales.
14
años después, sumidos en una profunda crisis en absolutamente todos los ámbitos
que afectan a nuestra sociedad, cuando la posibilidad de dialogo se ha visto
alejada, hasta el propio Vaticano ha tratado de servir como mediador y ha
denunciado el incumplimiento, por parte del gobierno, de las condiciones
acordadas. En momentos en los cuales la canciller o para este momento en el
cual escribo, la ex canciller Delcy Rodríguez, anunció la salida de Venezuela
de la OEA, al insultar con suficientes improperios y acusar de injerencistas a
los países que invocan la activación de la Carta Democrática, mientras continúa
la política de "comprar" con petróleo barato los votos de algunos
países del Caribe.
14
años después, cuando la Fiscal de la República (la misma que dirigió el viciado
proceso el cual condenó a prisión al líder opositor Leopoldo López, hoy el más
prominente de los 372 presos políticos que mantiene el régimen en la actualidad),
aseguró el viernes 13 de marzo, que el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) rompió
el hilo constitucional, luego de proclamar su última sentencia en donde asumía
las competencias de la Asamblea Nacional (AN).
Acción
la cual no quedó aquí, la fiscal intentó varios recursos destinados a devolver
el hilo constitucional.
Adicionalmente, ante el llamado ilegal del gobierno a una “Constituyente”, destinado a
modificar a “la mejor constitución del mundo” y crear una “Constitución
Comunal”, la fiscal consignó, el 1ro de junio, un documento ante la Sala
Constitucional del TSJ, solicitando la revisión de dicha convocatoria, el cual
fue rechazado por la sala, a lo cual la fiscal acusó las sentencias como “un retroceso a los Derechos Humanos (…)
nuestra constitución establece la progresividad en los Derechos Humanos, bajo
ninguna circunstancia puede ser desmejorados. Nosotros aprobamos la
constitución de la República Bolivariana de Venezuela en un proceso de
participación y consulta (…), a través de varios procesos referendo, en consecuencia,
esos derechos no se pueden ir hacia atrás”.
La fiscal advirtió que el
proceso Constituyente convocado por Nicolás Maduro redujo la participación
popular “a su más mínima expresión”, además añadió que la Asamblea
Nacional Constituyente debe tener incluso más participación que el proceso de
1999.
Y así, continuó la fiscal
general de la República Bolivariana de Venezuela en sus intentos, hasta que el
lunes 12 de junio, decidió impugnar el nombramiento de los magistrados del
Tribunal Supremo de Justicia y pedir la nulidad de los actos de la Asamblea
Nacional anterior, donde seleccionaron a dichos magistrados. Ortega Díaz
declaró que, en ese entonces, no firmó el acta de designación ni la del
secretario del Consejo Moral Republicano debido a que el proceso estaba
viciado.
Es importante recordar,
que dichos magistrados fueron nombrados el 23 de diciembre del 2015, cuando la
Asamblea Nacional saliente, luego de conocer los resultados de las elecciones
de la nueva Asamblea Nacional, en la cual el gobierno perdía la mayoría de los escaños,
designó a 13 nuevos magistrados del Tribunal Supremo de Justicia y a 21
suplentes con la votación de la mayoría simple del Hemiciclo. La elección se
realizó en sesiones extraordinarias convocadas luego de la finalización
del año legislativo, violando los plazos establecidos para las impugnaciones de
los candidatos y obviando que la Constitución Nacional establece que tales
nombramientos sólo pueden hacerse por medio de la aprobación de los dos tercios
del Parlamento.
Una vez cumplidos con
creces, todos los requisitos dictados por el TSJ en el 2003, la Asamblea
Nacional actual, de minoría oficialista, a través de su presidente, el Dr.
Julio Borges, declara el 20 de junio del 2017, el desconocimiento al Gobierno y
la Constituyente e invoca el artículo 350 de la Constitución Nacional. El
documento el cual respalda dicha declaración señala que:
“El actual régimen se ha puesto al margen de la
Constitución y en consecuencia su autoridad y decisiones son inconstitucionales
y no pueden ser reconocidas y obedecidas por nadie, de acuerdo al artículo 350
de la Carta Magna”
De igual forma expresó
que “La historia de Venezuela nos ha enseñado que cuando se encuentran en la
calle el pueblo y la unidad nacional en una causa común, siempre hemos
derrotado las tiranías y hemos abierto las puertas a la libertad de Venezuela”
El documento que acompaña
esta declaración establece 10 puntos los cuales señalan (de manera muy general)
el rumbo para rescatar la democracia y lograr las elecciones que permitan un
cambio de Gobierno.
Y nos seguimos
preguntando ¿Qué tenemos que hacer?
Y en mis noches de
insomnio democrático, ubico la respuesta en nuestro certificado de nacimiento
como nación soberana, en nuestra carta originaria, en nuestra Acta de
independencia, y cito:
“… A pesar de
nuestras protestas, de nuestra moderación, de nuestra generosidad, y de la
inviolabilidad de nuestros principios, contra la voluntad de nuestros hermanos
de Europa, se nos declara en estado de rebelión, se nos bloquea, se nos
hostiliza, se nos envían agentes a amotinarnos unos contra otros, y se procura
desacreditarnos entre las naciones de Europa implorando sus auxilios para
oprimirnos.”
“…En atención a todas estas sólidas, públicas e
incontestables razones de política, que tanto persuaden la necesidad de
recobrar la dignidad natural, que el orden de los sucesos nos ha restituido, en
uso de los imprescriptibles derechos que tienen los pueblos para destruir todo
pacto, convenio o asociación que no llena los fines para que fueron instituidos
los gobiernos, creemos que no podemos ni debemos conservar los lazos que nos
ligaban al gobierno de España, y que, como todos los pueblos del mundo, estamos
libres y autorizados para no depender de otra autoridad que la nuestra, y tomar
entre las potencies de la tierra, el puesto igual que el Ser Supremo y la
naturaleza nos asignan y a que nos llama la sucesión de los acontecimientos
humanos y nuestro propio bien y utilidad.”
Simplemente tenemos que
cambiar la palabra España por la del actual opresor y es cuando entendemos que,
a partir de este momento, absolutamente TODO es válido para alcanzar
nuestro derecho a ser un país libre.
Los llamados de la
Asamblea a ejecutar los pasos constitucionales destinados al nombramiento de
nuevos magistrados del TSJ, así como la renovación de las autoridades del
Consejo Nacional Electoral, el cual se mantiene a través de procesos viciados.
La renovación del poder moral y las elecciones generales, son parte del
desconocimiento del poder ilegítimo y contrario a la voluntad de más de 80% de
los venezolanos.
No debemos detenernos en
el asunto distractor de la Asamblea Nacional Constituyente, porque ya es
ilegítima de hecho y de derecho.
Debemos llegar al
desconocimiento de la presidencia de la república, amparados en nuestra
constitución y con manifiesto valor nombrar a la autoridad en la cual recae su
ausencia.
Son momentos de entrega,
de valor, de posponer el diario vivir en pos de VIVIR PLENAMENTE. En pos del
Futuro. Es el momento que nos ha de definir, una vez más, como un pueblo de
libertadores.
Es el momento de dejar
los egoísmos e intereses y orientarnos al bien común, momento de ser escuderos
de la constitución, protectores de los más débiles, artilleros de las leyes y
comunicadores de la verdad y la justicia.
Lo que los muchachitos con franelas por
capuchas nos han enseñado con su sangre, debemos honrarlo en la vida diaria.
Y termino con otros párrafos
de nuestra Carta Magna:
“Por tanto, creyendo con todas estas razones satisfecho el
respeto que debemos a las opiniones del género humano y a la dignidad de las
demás naciones, en cuyo número vamos a entrar, y con cuya comunicación y
amistad contamos, nosotros, los representantes de las Provincias Unidas de Venezuela,
poniendo por testigo al Ser Supremo de la justicia de nuestro proceder y de la
rectitud de nuestras intenciones, implorando sus divinos y celestiales
auxilios, y ratificándole, en el momento en que nacemos a la dignidad, que su
providencia nos restituye el deseo de vivir y morir libres, creyendo y
defendiendo la santa, católica y apostólica religión de Jesucristo. Nosotros,
pues, a nombre y con la voluntad y autoridad que tenemos del virtuoso pueblo de
Venezuela, declaramos solemnemente al mundo que sus Provincias Unidas son, y
deben ser desde hoy, de hecho y de derecho, Estados libres, soberanos e
independientes…”
Y reitero la exhortación
final la cual señala:
“El Supremo Poder Ejecutivo, finalmente, exhorta y
requiere, ordena y manda a todos, y a cada uno de los habitantes, que uniéndose
de corazón y resueltos de veras, firmes, fuertes y constantes, sostengan con
sus facultades corporales y espirituales la gloria que con tan sublime empresa
adquieren en el mundo, y conservarán en la historia con inmortal renombre.”
Y en nombre de la
universalidad de los derechos que tenemos como seres humanos, me permito
incluir un extracto de la Declaración de Independencia de los Estado Unidos de
Norteamérica, la cual resume en forma clara y precisa nuestro momento actual y que
suena muy parecido al artículo 350 de nuestra constitución:
“…Pero cuando una larga serie de abusos y usurpaciones,
dirigida invariablemente al mismo objetivo, demuestra el designio de someter al
pueblo a un despotismo absoluto, es su derecho, es su deber, derrocar ese
gobierno y establecer nuevos resguardos para su futura seguridad…”
Cada venezolano, desde
sus conocimientos, habilidades y responsabilidades, así como desde sus
posibilidades, tiene el deber de hacer algo, por muy insignificante que
parezca, a fin de contribuir con el restablecimiento de la Paz, la libertad y
el orden democrático y constitucional.
Toda acción es
bienvenida, desde la oración hasta la acción, por muy pequeña que parezca, los
grandes recorridos se construyen de pequeños pasos.
Estamos jugándonos la
vida.
Estamos del lado correcto
de la historia y la estamos escribiendo cada día.
Esta historia no
solamente la leerás en los libros, sino que también la contarás, porque tu
esfuerzo se convierte en tinta de libertad. Estamos escribiendo un manual para
salir de la dictadura.
ES EL MOMENTO DE LA
LIBERTAD.
¡EL MOMENTO DE LOS NUEVOS
GRANDES HEROES AMERICANOS!
¡FUERZA Y FE VENEZUELA!
¡FUERZA Y FE!
Y como decimos ahora, ¡NOS
VEMOS EN EL ASFALTO!
Reinaldo Poleo
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