El lunes en la noche, haciendo uno de
esos paseos con el control remoto del televisor, me encontré con el nuevo canal
de History Channel, H2. Una interesante propuesta que nos permite asomarnos a “Mucha
más Historia”, tal y como lo dice su eslogan.
De
pronto me tropiezo con un documental que me deja atrapado, obviamente por los
acontecimientos del día, reseñados por todo los medios de comunicación social,
cuando una sociedad estupefacta escuchó “La Oración del Delegado”; suerte de
adaptación del Padre Nuestro, realizada por partidarios del Galáctico y difunto
comandante.
En
dicho documental presentaban una compleja investigación, en la cual señalaban
el pasto moral que dio vida a la aparición del Nazismo.
Mostraban
a una sociedad alemana, vencida después de la 1ra. Guerra Mundial, un pueblo
orgulloso sumida en la pobreza crítica, con las industrias destruidas,
moralmente devastados y con su identidad diluida bajo la bota de los conquistadores.
El
orgullo del Reich, había sido humillado, Alemania estaba vencida.
De
ahí comienza un grupo a hablar de los valores del orgulloso pueblo Alemán,
hablan de Socialismo, del poder del pueblo, de recuperar los valores perdidos,
y nace el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, mejor conocido como Partido Nazi (forma abreviada de la
palabra alemana Nationalsozialismus).
Un nefasto líder se levantó de entre sus filas, gracias
a sus grandes dotes de orador, el sargento austríaco se convirtió en el líder del
partido. Su discurso Nacionalista, racista, antisemítico, anti bolchevique,
militarista y llamando a la preservación de una mítica raza aria, caen como
anillo al dedo en un descontento y frustrado pueblo alemán.
Pero esto no se quedó solamente en eso, una oscura
figura, Heinrich Himmler, el soplón de la clase y futuro delincuente, como su
padre señaló en una oportunidad; se convirtió con el tiempo en parte de un
grupo paramilitar, denominado Reichsflagge o Bandera de Guerra del Reich, los
cuales se caracterizaban por su tendencia ultranacionalista y militarista. Dicha agrupación participó en el Golpe de Estado de Múnich, apoyando al Partido
Nazi de Adolf Hitler.
Cuantas cosas pasaban por mi mente mientras veía el
programa. Cuantas similitudes, cuantos desaciertos. Es que pareciera que la
historia nos condena a repetir las cosas que olvidamos. Y a veces, estamos tan
cerca de los acontecimientos, que somos incapaces de reconocer el enorme
parecido con otros que si recordamos.
Sin embargo, éste personaje no se queda ahí,
posteriormente forma parte de la recién fundada SS (Schutzstaffel o escuadras de defensa, una
organización militar, policial, penitenciaria y de seguridad de la Alemania
Nazi). A los miembros de las Waffen-SS se les consideraba soldados
extraordinarios. Sin embargo, estos aplicaban una notable brutalidad contras
civiles apresados y prisioneros de guerra.
El 6 de enero de 1929, Adolf Hitler hizo jefe de
las SS a Heinrich Himmler y para finales de 1932, las SS tenían más de
52 000 miembros. Al final del año siguiente contaban con más de 209.000.
La expansión de las SS, que
Himmler realizó estuvo basada en la organización de otras sociedades, como la Orden del
Temple, los camisas
negras italianos y la compañía de Jesús.
Éste personaje se apoya en la legendaria raza aria
para modificar las creencias y ritos que soportaban a estos supersoldados,
lavando sus mentes y reivindicando en ellos el compromiso de recuperarse de los
pecados cometidos, al mezclar su sangre pura con otras razas con el subsecuente
castigo de perder sus privilegios y poderes de los descendientes del mítico
Thule.
Alrededor de estas creencias, Himmler teje las bases
de una nueva religión. Y busca grandes intelectuales de la “Nueva Alemania”
para escribir LOS EVANGELIOS NAZIS.
Usted entenderá que para un ser ordinario como yo,
que acababa de presenciar a una manada de fanáticos, rezando una adaptación del
Padre Nuestro a su malogrado líder; ésta casual presentación convertida en
documental, exaltó mi mente a tal punto que debo reconocer, no quise ver más
TV, mi mente se saturó de innumerables imágenes que resaltaban a nuestra, a
veces, paupérrima miseria humana.
Esa noche le comenté a mi esposa, todas las
barbaries que en mi vida me habían impresionado, cuyo origen era la locura
colectiva, nacida de la creencia en falsos dioses o profetas.
A mi mente vienen las imágenes de los cientos de
personas muertas en uno de los suicidios colectivos más grandes de la historia.
El falso profeta James
Warren “Jim” Jones, fundador del Templo del Pueblo, compró al gobierno de
Guyana una amplia propiedad rural donde edificó una comunidad llamada
Jonestown, recibiendo allí a casi 900 seguidores suyos llegados desde EEUU.
Jones eligió Guyana debido a que era un país de habla inglesa (facilitando las
comunicaciones), con una población mayoritariamente de raza negra (lo cual excluía
toda discriminación hacia sus seguidores negros), y con un gobierno afín a
otros gobiernos socialistas (que por lo tanto no impediría operar al comunista
Templo del Pueblo).
Jones, quien hacía tiempo que había creado una
atmósfera de miedo y permanente amenaza externa, empezó a fomentar entre sus
adeptos una sensación del "fin de mundo" sosteniendo que el
Apocalipsis era un evento cercano y que el Anticristo estaba encarnado en el
capitalismo que ansiaba destruir la congregación.
El 18 de Noviembre de 1978, reunió a los líderes de
la congregación y con el discurso de que, "la muerte sólo era el tránsito
a otro nivel" y "esto no es un suicidio, sino un acto
revolucionario", ordenó el suicidio masivo de los integrantes de la secta
que se hallaban en Jonestown. Aproximadamente 250 bebes, niños y jóvenes,
fueron asesinados con cianuro mezclado en gelatina. Luego los adultos tomaron
la misma mezcla en forma voluntaria. A éste cobarde asesino lo encontrarían
muerto de una herida de escopeta ya que al parecer no tuvo el valor de
suicidarse y pidió a uno de sus seguidores que lo asesinase.
En el año 1993, la Rama Davidiana de Adventistas del Séptimo Día también
conocidos como los Davidianos, eran considerados una secta protestante
apocalíptica, nacieron como un movimiento disidente de la Iglesia Adventista
del Séptimo Día.
Los
Davidianos se caracterizaron por su desconfianza hacia el mundo exterior al
cual veían como una amenaza. Por ese motivo acapararon un gran arsenal de armas
de fuego.
Cuando
el gobierno de los Estados Unidos intentó confiscar las armas ilegales de la
secta, comenzó un tiroteo que más tarde derivó en un incendio que acabaría con
la vida de su líder, David Koresh y decenas de sus seguidores.
Dicha
tragedia fue conocida por el mundo como la Masacre de Waco…
También
están los 48 fanáticos de la “Orden del Templo Solar” que se quitaron la vida
en una granja y tres chalets de Suiza, en 1994; Y en 1997 los 39 miembros de la
secta “Puerta del Paraíso”, fueron hallados muertos en una mansión de San Diego
(California, EE.UU.), boca arriba y con un velo que les cubría la cara y el
pecho, esperando iniciar su “viaje” hacia una nueva dimensión, a la que
llegarían en una nave extraterrestre.
El
17 de marzo del 2000, había llegado “El
gran día”. Al líder de la secta ugandesa de la “Restauración de los Diez Mandamientos de Dios”, Joseph Kibweteere,
y sus cerca de 800 seguidores se le iba a aparecer la Virgen para llevarles al
cielo.
La
locura colectiva se había desatado. Ese día, tras varios días de ofrendas y rituales,
se refugiaron en su iglesia, cerraron las puertas con llave y tapiaron las
ventanas para que nadie pudiera arrepentirse en el último momento. Luego, sin
más dilación, se rociaron con gasolina y “desataron el infierno” hasta morir
carbonizados.
Kibweteere,
estaba convencido de que el fin del mundo llegaría en el año 2000, había sido
un destacado político demócrata de la década de los 60, cuya vida dio un giro
tras perder unas elecciones. Desapareció siete años y, después, comenzó a
predicar que había tenido una conversación con la Virgen y Jesucristo.
Aquel
mensaje apocalíptico fue difundido entre todos sus seguidores con la advertencia
de que, antes de que llegara el fin del mundo, debían inmolarse para poder
alcanzar “la salvación”.
778
personas murieron, entre ellos, cerca de 80 niños.
“Entonces,
si alguien os dice: “He aquí, aquí está el Cristo”, o “He allí, allí está”, no
le creáis. Porque se levantarán falsos cristos y falsos profetas, y harán
señales y maravillas para engañar, de ser posible, a los escogidos. Pero
vosotros, ¡mirad! Os lo he dicho todo de antemano” Marcos 13:21-23
Estas
bien conocidas palabras de Jesucristo, inmediatamente implican dos cosas: Hay
falsos profetas y son peligrosos.
Peor
aún, hoy estoy convencido de que están los que crean falsos profetas, con el
fin de manejar a las masas ignorantes, los cuales al igual que aquel pueblo
alemán, se encuentran con los valores destruidos, con la identidad perdida y
con la creencia de que la esperanza se ha evaporado, ingredientes como crisis
económica, divisiones de razas y clases, el enemigo capitalista y la amenaza
exterior, vuelven a ser parte del discurso, en el pasto seco de un pueblo sin
memoria.
Al
día siguiente, le cuento a mi mamá de mi inquietud y me cuenta del enojo de un
sacerdote amigo, el cual recibió a una humilde señora que solicitaba la
bendición de su “Nuevo Rosario”, de cuentas de color rojo y con el rostro del
comandante en la medallita.
Herejía,
distracción, miseria.
Cada
día nos hundimos en una crisis más profunda, y estas cosas nos hablan del
insondable abismo al cual nos aproximamos.
Una
vez más me aferro a lo que soy, a lo que creo.
Nuestra
batalla es contra el lobo disfrazado de cordero, es una guerra contra la
mentira que se vende como verdad.
¿Qué
nos puede sorprender de un planeta en el cual hasta un Monstruo de Espagueti
Volador (MonEsVol) es el dios de una nueva religión…el Pastafarismo?
Cuánta
razón tenía nuestro querido amigo el Papa Juan Pablo II, cuando aquel sábado 10
de febrero de 1996 nos decía, desde el Teatro Teresa Carreño:
“…Vuestra
Nación ha sido bendecida por Dios con abundantes recursos naturales. Cuenta con
una población en su mayoría joven y dinámica; dispone de gente capacitada en
muy diversos sectores; su pueblo tiene una religiosidad muy arraigada.
Venezuela ha vivido en las últimas décadas un progreso económico real y
significativo, unido al desarrollo de un régimen democrático y de libertades
enmarcadas en un Estado de derecho. Sin embargo, actualmente se enfrenta a
serias dificultades en los diversos ámbitos de la vida nacional, pues una grave
crisis económica, que venía preparándose inexorablemente, está afectando
duramente a la clase media y baja, aumentando de forma dramática la pobreza
hasta hacerla desembocar en muchos casos en auténtica miseria.
No
se debe olvidar que el proceso de empobrecimiento material conduce muchas veces
a un empobrecimiento moral y espiritual de las personas y de los grupos
sociales, especialmente de los jóvenes y adolescentes. Ello origina una grave
crisis por la ausencia de valores en el campo de la ética, de la justicia, de
la convivencia social y del respeto a la vida y dignidad de la persona. Esto,
ciertamente preocupante, lleva a la desorientación, provoca desaliento y
desesperanza, así como una cierta desconfianza en las instituciones.
La
salida de esa situación es anhelada cada vez más por quienes piden el respeto y
promoción de su inviolable dignidad de personas en todos los ámbitos de la
sociedad…”
Tradicionalmente,
termino mis escritos exhortando un cambio en nuestras conciencias, advirtiendo
la maravilla de estar vivos y gozando de este precioso planeta y en especial de
esta maravillosa nación; sin embargo, en esta oportunidad, quiero terminar con
las mismas palabras que nuestro Papa Amigo, terminó aquel discurso que siempre
guardo en mi corazón:
“… Venezolanos,
aunque sean serias las dificultades e inmensos los desafíos, grande ha de ser
vuestro empeño. Ante un presente con incertidumbres y un futuro con
interrogantes, haced valer las propias capacidades con imaginación y sobre todo
con generosidad, confiando en Dios: Dios ama al hombre.
Venezuela
ocupa un lugar de relieve en un gran continente lleno de esperanza. Afrontando
sin miedo los retos de vuestra historia, alzando los ojos a lo Alto y con un
corazón solidario, caminad con paso firme hacia el Tercer Milenio, aportando
generosamente vuestros talentos a la construcción de un nuevo orden más justo
por ser más humano.
¡Que
Jesucristo, «Salvador y Evangelizador», os guíe y bendiga en este camino!
Juan Pablo II”
Dios nos bendiga y nos dé el discernimiento
necesario para reencontrarnos con su amor en todos nuestros hermanos
venezolanos.
Reinaldo Poleo
@Rpoleo
P.D. Sven, Mario… ahí tienen a Monesvol…
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