Días
atrás, me sucedió una de esas cosas ya comunes en mi maltratado país, se me
dañó la batería del carro. Imagínense, final de año, escases de baterías y en
muchos lugares el comentario es que, no habrían sino hasta el año que viene.
Debo reconocer que la
desesperación fue total, una mezcla de decepción, obstinación… uno de esos
momentos que rebasan el vaso y que logran oscurecer tu alma con los deseos más
oscuro.
El asunto lo resolví, mejor de lo
que pude haber imaginado.
A la semana siguiente, decidido a
dejar mi visión en estos aciagos momentos, un artículo el cual titulé “Ahora me
tocó a mí”. Traté de darle un tono jocoso en medio del trauma que representa a
cada venezolano, la diligencia más simple. Traté de exponer las peripecias de
esta nueva aventura y darle un giro aleccionador, como todos están
acostumbrados, ¡Imprimirle mi estilo, puej!
Sin embargo, éste se convirtió en
un artículo, el cual me dejaba un amargor en la boca, llevándose la “jocosidad”
y dejándome el desagradable sabor a caramelo quemado. Con todo y eso, se lo
entregué a mi mayor crítica, orientadora y correctora de estilo, mi esposa.
Debo confesar que cada vez que le
entrego un artículo, me siento como el niño que hace un dibujo y se lo enseña a
su mamá… en mi “corazoncito” aparece una creciente expectativa que colinda con
la ansiedad… esperando el aplauso que corona el éxito. Estoy seguro de que todo
el que escribe, es como el artista, espera el aplauso.
La mirada de mi “editora” fue
perturbadora, una lágrima asomó en su ojo y con actitud muy profesional,
continuó con profunda seriedad, aunque con ocasionales sonrisas, escribiendo
sus observaciones hasta el final del artículo.
Está bien… pero.- fue lo primero
que acertó en decir.
No es cierto que todos los seres
humanos somos iguales, al final somos lo que la vida ha hecho de nosotros,
hasta éste preciso instante en el cual usted, mi querido lector, me brinda el
honor de leerme.
Percibimos la vida a través de
los filtros que se han ido depositando, cual capas, desde nuestra más tierna
infancia, salpicados de miles de matices emocionales, plagados de experiencias
y conocimientos, los cuales desembocan en dotarnos de una percepción muy
personal de los acontecimientos.
En cristiano… podemos ver lo
mismo… pero no necesariamente lo percibimos igual y menos lo recordamos de la
misma manera.
Para mí, solo una batería, un
problema que resolver, una nueva aventura que vivir… para ella, una arista más
de la desgracia que sucumbe a nuestro país, un ítem más que resta ilusiones, un
motivo más para decepcionarse, una razón más para que las emociones que mantienen
la estructura sentimental que nos unen al país, se disuelvan en el mar de recuerdos
de lo que un día fue mejor.
Debo reconocer, que las mujeres
tienen una gran capacidad de mantener los pies en el suelo, gracias a eso es
que no me he perdido entre mis dragones, dinosaurios y hadas, los cuales
aletean constantes en mi muy particular universo.
Era fácil entender que para ella
era difícil entender. La tragedia no puede ser jocosa, la desgracia que vivimos
no nos puede hacer reír…
Nos convertimos en la sombra de
un pueblo, condenados a deambular como ánimas en pena para obtener las cosas
más básicas, las cuales nos permitan abrazar la idea de una utópica y “feliz”
realidad. Nos aferramos a la idea de que aún no estamos mal, porque nos
sentimos incapaces de aceptar tan lamentable realidad. Parecemos al alcohólico
que no acepta su condición, lamentablemente hasta que no seamos capaces de
aceptar nuestra realidad, no seremos capaces de llevar a cabo las acciones
necesarias, valientes y definitivas, para hacer frente al estado de pudrición,
en el cual permitimos nos hundiera el Socialismo del Siglo XXI.
Las ideas parecen buenas, hasta
que el estómago gruñe, la piel se eriza del frío y el corazón duele por el despecho
de lo que pudo ser y no fue.
De más está decir que el artículo
se quedó arrumado en mi escritorio… durmiendo el sueño del desencanto y la
lamentación.
El mes de Diciembre del año 2014,
ha continuado su curso, cargado de trabajo y múltiples actividades. El día a
día avanza implacable, en medio de, malas noticias, nada alentadoras
perspectivas para futuro próximo, más escases, más colas de personas buscando artículos
de primera necesidad; Se habla de más de 1.000.000 de casos de Chicungunya,
mientras conozco casos de víctimas mortales de la descontrolada enfermedad,
sobre la cual pesa la más rígida censura gubernamental; aumentan los asaltos y
los atracos, son hermanos quitando a sus hermanos lo poco que han logrado ganar
como utilidades; en las cárceles hay muerte y al parecer “muerte” es la marca
fundamental de un gobierno que nos expropió la alegría.
Los problemas son tantos que se
agolpan en la boca y nos dejan mudos, creando una extraña sensación de
“normalidad”.
¡Qué lamentable cuando lo malo se
vuelve “Normal”…!
Con este sentimiento salí el fin
de semana a recorrer los arbolitos iluminados de mi bella y maltratada ciudad
de Caracas, buscando razones que me
ayuden a remendar a mi gastado espíritu, debo decirles que cuando un optimista
como yo se pone así, es que la cosa pinta bien mal.
Miraba vitrinas en un centro
comercial, .mientras un” Santa Klaus” se encontraba sentado en su silla para
tomarse la consabida fotografía de navidad, conté 3 Santas en dicho centro
comercial. De pronto una niña de grandes
colitas que parecían escobillones, rompe el protocolo y se abalanza hasta
“Santa”…
El hombre ataviado con su clásico
uniforme, le mira sorprendido y con una gran sonrisa la recibe, al llamado de
los padre azorados un leve movimiento de la mano enguantada les tranquiliza y
se sienta pacientemente a escuchar “Su
Carta”, el iluminado rostro de la niña, la amable sonrisa del viejo de
larga barba blanca y vestido de rojo, me dejan paralizado, como dejando a mi
alma absorber la imagen…
Ella termina con una gran sonrisa
de alivio, le saluda con un saludo de palmas, puñito y deditos, el cual parece
un código secreto ancestral entre el mito y la niña. Y ella, iluminada, va
corriendo con breves saltitos de triunfo y felicidad, hacia sus padres.
El rostro del “Santo”
resplandecía, al igual que el del fotógrafo, el cual no ganó nada con ese
momento, el de los niños alrededor, el de los padres, adultos; todos los presentes emanábamos “esa” luz
especial. Todos fuimos tocados por la magia de una niña que “CREE”.
Esa tarde, seguí mi andar, la
Plaza Francia en Altamira, Caracas, era iluminada en su tradicional ceremonia
del encendido del árbol. El espejo de agua, las luces, el nacimiento, los niños
corriendo y jugando entre las grandes estrellas iluminadas, encajadas en los
espacios verdes de la simbólica plaza, testigo fiel de nuestras luchas…
Al día siguiente, puse el pesebre
en mi casa, abrí las ventanas, coloqué aguinaldos, gaitas villancicos y me
dije… “YO CREO”
Así es mi querida Graciela… Mi
espíritu está renovado, no hay “bolas rojas de incertidumbre” ni “Bambalinas
coloridas de inflación” que puedan secar al verde árbol de la FE…
Yesenia… Navidad… ¡SI, ESTAMOS EN
NAVIDAD!… ¡Porque la situación económica
NO NOS DEFINE, LA ALEGRÍA NO VIENE DEL BOLSILLO, SINO DEL CORAZÓN QUE CREE!
Mi estimado Saúl, cuando Cristo
nació, también estaba color de hormiga. Una historia muy parecida, de opresión
bajo la bota extranjera, de pobreza, de humildad y carencias, tanto, que el
hijo de Dios nació en un establo.
La riqueza no está fuera de
nosotros, la verdadera riqueza ¡VIENE de nosotros!
Emana de nuestra FE, en lo que
hacemos, en lo que creemos, en lo que defendemos.
Hermanos venezolanos, el enemigo
se crece cuando nos mata el espíritu, cuando nos hace creer que valemos por lo
que tenemos y no por lo que somos. No podemos ser felices si permitimos que nos
distraigan de las cosas que realmente son importantes.
Porque esa luz, simple, sencilla
que iluminaba el rostro de la niña de "colitas de escobillón", es la verdadera
luz que nos permitirá enfrentar la oscuridad que se cierne sobre nuestra
maravillosa nación.
¡CREE Graciela!
¡CREE Yesenia!
¡CREE Saúl!
¡CREE Red!
¡CREE VENEZUELA!
¡Porque dentro de cada uno de nosotros está el espíritu, está la
fuerza, está la FE que forja los destinos de la gente de buena voluntad!
¡FELIZ NAVIDAD AMIGOS MÍOS, DESCONSOLADOS, AFLIGIDOS, ABANDONADOS,
PRESOS, EMPOBRECIDOS, ARRODILLADOS, ENCEGUECIDOS, MALTRATADOS!
FELIZ NAVIDAD HERMANOS, PORQUE A LA LARGA, TODOS NOS NECESITAMOS, TODOS
FORMAMOS PARTE DE ESTA NACIÓN, TODOS SOMOS PIEZA CLAVE PARA EL FUTURO DE
NUESTRA QUERIDA Y AMADA VENEZUELA
CREED HERMANOS, LES TENGO UNA BUENA NOTICIA…
¡NOS HA NACIDO UN SALVADOR!!!!
Reinaldo Poleo
@rpoleo
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