Hace mucho tiempo atrás, cuando aún era un niño de 5 o 6 años y vivía en Coche, Caracas, recuerdo que se había suscitado una pelea en casa,
la cual me había asustado mucho, a la mañana siguiente me animé y le pregunté a
mi bisabuela Panchita, mi madrina mágica, acerca de lo
ocurrido, se trataba de alguien que había hecho algo malo, nuevamente.
Mi
abuela, en ese momento limpiaba la pajarera de la cocina, detuvo su trino, le
encantaba musitar tonadas mientras hacía sus cosas, y sin detener sus labores,
tomó una profunda bocanada de aire y con esa maravillosa voz de cuentos comenzó
a narrarme una de sus extraordinarias historias.
Me
contó que, cuando era una pequeña niña, pensaba ella que tendría unos 5 años,
había salido a caminar por los alrededores de su casa, en ese tiempo vivía en
una casita rodeada por un precioso bosque, localizada en La Mariposa, en donde
hoy se encuentra el embalse homónimo, el cual surte del vital líquido a la
ciudad de Caracas, Venezuela. El lugar se comunicaba por medio de un camino de
“Recuas” un camino para burros y mulas, por el cual trasladaban el producto de
las siembras de los Altos Mirandinos a la ciudad capital, en los albores del
siglo 20.
Durante
una calurosa tarde de principios de mayo, la lluvia la sorprendió jugando,
alejada de la casa, en las faldas de la montaña al fondo del lugar.
Inmediatamente se refugió debajo de una planta de grandes hojas que llaman “Uña
de Danta”, me contaba con ojos de añoranza, mientras miraba el matero con la
gigantesca planta que adornaba la sala del apartamento.
No
faltó mucho para que se formaran gran cantidad de hilos de agua, los cuales
escurrían desde la montaña.
Mientras
la lluvia arreciaba, estos hilos se unían y comenzaban a formar pequeñas
corrientes que anegaban los alrededores, obligando a muchos “bichos” a
abandonar sus madrigueras.
Bachacos,
hormigas y hasta alacranes salían en desbandada, para evitar ser arrastrados
por el aguacero.
De
pronto pudo observar, como un pequeño alacrán negro quedaba aislado entre dos
fuertes corrientes, totalmente aislado de los otros insectos; unos habían sido
arrastrados, mientras otros habían logrado escapar subiendo a los arboles de
alrededor o a alguna hoja que navegaban las corrientes. Ella miraba asombrada,
con esos enormes ojos oscuros que serían testigos de tantas aventuras en un
siglo de existencia, la tragedia que se cernía sobre el animalito, cuando de
pronto un enorme sapo cayó de un salto, al lado del peligroso animalito,
sorprendiéndose mutuamente.
Justo
cuando el sapo asustado se disponía a saltar para alejarse del animal, el
pequeño alacrán le habló… en serio, les recomiendo que nunca pongan en
duda que mi abuela los escuchó hablando…
.
- ¡Espera, espera! Dijo el pequeño
alacrán asustado ante la inminencia de morir ahogado.
.
- No te voy a hacer daño, estoy demasiado
asustado como para picarte. - dijo
con mirada lánguida de sus 6 ojitos anegados en lágrimas, o tal vez salpicados
por las grandes gotas que caían a su alrededor.
El
sapo sorprendido se aprestó nuevamente a saltar lejos de las corrientes y el
pequeño alacrán, entonces el arácnido gritó con desesperación:
.
- POR FAVOR NO ME ABANDONES A LA MUERTE,
EN SEGUNDOS ME ARRASTRARÁ LA CORRIENTE, ¡SÁLVAME! DÉJAME SUBIR A TU LOMO Y
SÁCAME DE AQUÍ. - le gritó con angustia creciente, superando el rugido de
la corriente la cual estaba a punto de arrastrarlo.
El
enorme sapo, le miró incrédulo, la loca petición lo había tomado por sorpresa,
por lo que vaciló en huir, alcanzando a escucharle nuevamente:
.
- Ayúdame sapo, no te voy a picar, sabes
que si lo hago moriré ahogado… dijo con gran temor.
MI
abuela no sabe si fueron las palabras del alacrán y la inminencia del desastre
o el gran corazón del sapo, sin embargo, pudo ver con sorpresa, como el
voluminoso reptil se acercó al pequeño alacrán, el cual sin perder el tiempo se
encaramó al lomo del sapo, justo en el momento en que el agua anegaba el espacio
que antes ocupaba.
El
Sapo inmediatamente tensó los músculos de sus potentes ancas para alejarse de
la corriente cuando sintió el mortal pinchazo en el lomo. Mi abuela miró con
horror cómo apenas el sapo se dispuso a saltar, el animalito había encajado su
mortífero aguijón cargado de veneno en el lomo de su salvador.
Un
potente croar logró salir del moribundo animal, mi abuela dijo que gritó ¿Por qué? -A lo que el alacrán
respondió, con voz triste, segundos antes de ser arrastrado por la corriente
que rebasaba al sapo muerto:
.
- No
pude evitarlo, soy un alacrán y es lo que hago…
Mi
abuela horrorizada salió de su refugio y, llorando bajo la lluvia, corrió a la
casa.
Con
esa misma mirada anegada en lágrimas, pero en esos bellos ojos de otrora, ahora
llenos de sabiduría y adornados por una incipiente catarata rodeada por las
arrugas forjadas en una larga y maravillosa vida, terminaba su historia
diciéndome…
“Al igual que el alacrán,
muchos son lo que son y nunca cambian… es su naturaleza”
Años
después supe de Esopo y sus fábulas, de lo que nunca estaré seguro es de si las
fábulas son de él o se las contó mi abuela.
No
se los puedo negar, hoy en día esas palabras retumban más que nunca…
“SON
LO QUE SON, ES SU NATURALEZA”.
Debo
reconocer que desde la última vez que escribí ha corrido mucha agua por el Río Guaire,
y los acontecimientos han estado cargado con la misma carga que arrastra el
famoso río de la capital caraqueña.
Nos
han matado, detenido arbitrariamente, dialogamos con alacranes, nos dieron la
elección que pedimos sin las condiciones que pedimos, nos robaron la elección,
el dueño de las máquinas de votación declaró trampa, nombramos un TSJ por la
vía legal, ahora ese TSJ está exiliado después de ser perseguidos, la fiscal
general que "era", fue ilegalmente destituida cuando "dejó de ser" y ahora también
se encuentra en el exilio. Se masacró a un disidente y acompañantes en vivo y
directo mientras se rendía, con todo el fragor de una guerra y sus armas. Se
quemaron presos, en la mayor masacre en una prisión del país, sin pestañeo y
con meras menciones secundarias en la prensa oficialista, es decir, en casi
toda la prensa. Se convocó ilegalmente una constituyente la cual fue ratificada
por unas elecciones con el mismo arbitro y las mismas máquinas las cuales
arrojaron el mismo resultado, mientras que algunos alacranes de la oposición
invitaban a validar la ilegalidad.
Y
luego de haberse disparado una de las crisis humanitarias más grande en la
historia del país, en donde la hiperinflación es una aplastante realidad y las
fronteras se desbordan de venezolanos huyendo del hambre, del hampa y la
desaparición de medicinas y médicos, el gobierno dictatorial concede unas
elecciones presidenciales a destiempo y eliminando la mayoría de los partidos
de oposición, “con el mismo árbitro y las mismas máquinas”, a fin de garantizar
el mismo resultado.
Mientras
tanto, la mayor parte de las democracias del mundo, consideran agotados los
requisitos para activar los protocolos diseñados para proteger los pueblos en
desgracia, lamentablemente aún no cubrimos “la
tasa de muertos requerida” y los principios de “No Intervención” y
“Autodeterminación de los pueblos”, funcionan como una mampara protegiendo a la
impunidad de un Estado corrupto y armado, atrincherado en una mina de Oro,
diamantes y petróleo con la cual llenan sus despensas privadas y compran
estados mercenarios como el de Cuba, China y Rusia, entre otros. Claro está, la
madriguera se llena mientras el mundo sanciona a los jerarcas de la revolución
e inmoviliza las grandes fortunas colocadas en el exterior. El alacrán está
rodeado y las aguas suben.
No se… a veces me siento
equivocado, porque al parecer lo ilegal es, hoy día, la ley.
En
mi país, Venezuela, la ley se encuentra en la temible cárcel de torturas de la
policía política, “La Tumba”, y fue sustituida por una tipa que cobra por
favores y seguramente es familiar de un enchufado gubernamental. No es ciega,
la balanza se usa para pesar oro del arco minero, en la otra mano usa una
Kalashnicov (después de todo, le revolución está armada) y viste una túnica de
Versace. Por cierto, la justicia moderna tiene a sus hijos estudiando en
escuelas del imperio y con visas de asilados, mientras ella espera le salga su
Visa Norteamericana EB-5 de inversionistas, avalada con los dineros que nunca
recibieron los venezolanos.
No se… debo ser yo el
equivocado…
Porque,
lamentablemente, esa vieja me enseñó que, si yo sabía que algún compañero de
clase era un ladrón y yo callaba, era su cómplice, porque lo ayudaba a robar.
Me enseñó que no hay acto que justifique la injusticia y que una vez atentes
contra tus principios, dejarás de ser lo que eres, para convertirte en parte de
lo que nunca fuiste. Es decir, por permitir el problema te convertiste en parte
del problema.
Quien
me conoce sabe de mi defensa a la institucionalidad, a los buenos principios, a
los valores basados en la justicia, en la inclusión y en el respeto a las
leyes. También sabe que no me arrodillaré ante ningún poder divino o humano el
cual fomente la deshumanización del ser, ni que se ampare en leyes destinadas a
alejarnos de los principios que nos constituyen en una sociedad justa e
imperfectamente democrática. Porque la democracia siempre será imperfecta en la
medida que los ciudadanos no tengan las mismas oportunidades, ni el mismo
desarrollo, al menos en su gran mayoría.
Yo
no puedo avalar un acto ilegal, por lo tanto, asistí a mi última elección,
entendiendo que fue un llamado legal, aún a sabiendas de que era un “Toque a Degüello”.
Yo
cumplí.
Pero
nunca participé ni participaré en un llamado anticonstitucional, como el que
dio origen a la Asamblea Nacional Constituyente. Ni tampoco podré avalar
cualquier acto o decisión emanada del poder ilegítimo de la misma, ni elección,
ni constitución, porque sería avalar una ilegitimidad.
Y
una elección presidencial invocada por un poder ilegal, en condiciones ilegales
y con un arbitro suficientemente demostrado írrito, no es más que un acto
delincuencial del ganador y sus participantes.
No
amigos, ya hace rato esto dejó de ser un acto democrático. Nuestra
participación en estos “gestos democraticoides”, no son más que un teatro, una
enorme y costosa puesta en escena, cuyo fin último es someter a un pueblo de
“pendejos” cuyas alegrías radican en recibir una caja de mala comida, en que al
fin llegue la luz, o llegue el agua. Un pueblo de pendejos que se alegran
porque compraron sardinas, consiguieron dinero en efectivo en un banco o
medicina en una farmacia. Un pueblo que se alegra cuando consigue pan en una
panadería o un transporte para volver a casa o ir al trabajo.
Amigos
míos, los “Pendejos” no tienen autodeterminación, porque el Derecho de “Autodeterminación
de los Pueblos”, el cual se conoce como el derecho de un pueblo a decidir sus
propias formas de gobierno, perseguir su desarrollo económico, social y
cultural, y estructurarse libremente, sin injerencias externas y de acuerdo con
el principio de equidad, se termina cuando el administrador, garante y
depositario de este derecho, el gobierno y sus fuerzas armadas y públicas, se
yerguen cual autócratas con pendejos como escudos y ciudadanos de rehenes.
Y
les aclaro, pendejo no es el que lucha, sino el que, doblando la cerviz, calla,
permite y convierte la participación en complicidad.
Definitivamente,
los pueblos no tienen “Autodeterminación” cuando las armas de los gobernantes
les están apuntando.
A
veces, oscuros pensamientos atraviesan mi mente, y parecen conspirar con la
esperanza de la justicia. A veces, siento que estos principios y protocolos
internacionales, son simplemente la firma de muchos autócratas para legalizar
sus injusticias y evitar que otros se entrometa en ellas.
El Planeta nunca
encontrará la paz si no existe un verdadero compromiso por defenderla.
Venezuela
está enferma, y al parecer somos parte de una pandemia. Millones de personas
escapan en este preciso instante, mientras escribo, de las que una vez fueron
sus patrias, huyendo de su incapacidad de “Autodeterminación”.
En
este preciso instante, después de la siguiente coma, una “Patera” se hunde
frente a las costas africanas junto a su carga de miseria, una familia es
violada y asesinada en un desierto sirio, un mexicano muere sediento en un
desierto en la frontera con los Estados Unidos de Norteamérica y su último
pensamiento está en su hijo y el sueño americano, un cubano muere bajo las
fauces de un tiburón cerca de los cayos y una madre venezolana llega con su
hijo desnutrido y con sarampión o el mal de Chagas a la frontera con Brasil o
Colombia.
No
amigos, si los pendejos no autodeterminan su futuro ni los gobiernos son
capaces de sostener a sus ciudadanos en santa autodeterminación, difícilmente
puede un país llamarse “SOBERANO”.
A
Venezuela le arrancaron su soberanía y los ciudadanos somos rehenes. Esa es la
realidad de la cual nos es difícil despertar.
Esa
es la realidad a la que el mundo le da la espalda.
Yo
como venezolano no le puedo pedir a ninguna nación que DEBE darme refugio, tampoco ningún sirio, mexicano, africano, chino,
chileno, colombiano, entres tantas otras nacionalidades.
NOSOTROS TENEMOS UNA
NACIÓN, EN DONDE ESTÁN NUESTRAS QUERENCIAS, EN DONDE VIVIMOS, CRECIMOS,
TRABAJAMOS AMAMOS Y MORIMOS. EN DONDE ESTÁN ENTERRADOS NUESTROS OMBLIGOS JUNTOS
A NUESTROS PADRES, TÍOS, HERMANOS, ABUELOS.
Esta
es mi tierra… aquí está enterrada mi abuela, sus historias y sus sueños.
Y
si alguna ayuda les puedo pedir… es que nos ayuden a recuperarla.
Así
los Estados Unidos de Norteamérica no tendrán que desembolsar ayuda monetaria
para Colombia para que nos reciban, ni Noruega tendrá que enviar ayudas de
millones de dólares, que bien pueden contribuir en seguirles convirtiendo en
una gran nación.
Ayúdennos
a retomar nuestra patria, para que retornen nuestras familias y volvamos a ser
el país más feliz del mundo.
Ya
el mundo está harto de ser rehén de unos pocos. De un club de amigos reunidos
en Nueva York, en donde los países con los “Penes” o las bombas más grandes se
reparten el planeta como si de un juego se tratara. Mientras pelean por
demostrar quien lo tiene más grande, unos niños mueren víctimas de gas sarín.
Amigos,
las manos de la humanidad se han teñido de sangre inocente mientras se discute
la definición de GENOCIDIO.
Hoy
son muchas las naciones que nos reciben, naciones en donde llevamos un saco
roto con los sueños que nos quedaron.
Hoy
les agradezco en nombre de los buenos ciudadanos de Venezuela su acogida y por
favor, no nos llamen extranjeros, porque sus propios ciudadanos una vez
estuvieron en nuestro suelo con el mismo saco roto lleno con los pocos sueños
que les dejaron.
Pero
a estos mismos gobiernos les pido, ¡NO!…
¡LES EXIJO! EN EL NOMBRE DE TODOS LOS
REFUGIADOS DEL MUNDO, QUE NO SE DETENGAN EN DEFINICIONES PORQUE EL MUNDO NO
NECESITA DE REFUGIOS…
EL MUNDO NECESITA DE
PATRIAS LIBRES CUYA SOBERANÍA RESIDA EN SUS CIUDADANOS Y NO QUE LAS ARMAS DE
POCOS ROBEN LA AUTODETERMINACIÓN DE TODOS.
Mientas tanto… los que
aquí seguimos, los que no nos arrodillamos ante la delincuencia convertida en
gobierno, seguimos luchando.
Por
nosotros, por los que se fueron, por los que mueren, por los que murieron y por
mi vieja Panchita, que no crió a un borrego…
Fuerza,
mucha fuerza y sobre todo FE
Reinaldo
Poleo
¡Nos vemos en la calle!
¡Nos vemos en la calle!
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