"Ahora siento que estoy
en casa," dijo Clinton
mientras la multitud aplaudía.
La celebración comenzaba aquel
lunes por la mañana, a pocas cuadras
de su nueva oficina. Curiosamente no lo acompañaban su esposa, la Senadora demócrata por el Estado de Nueva York Hillary Rodham Clinton ni su hija Chelsea por una “enfermedad
familiar”.
Es
importante destacar que hacía
poco tiempo el Ayuntamiento de Nueva York le dio un repaso a fachadas y lugares públicos,
con el fin de revitalizar la zona, fue entonces cuando apareció Bill Clinton. Su llegada coincidió con el fenómeno
denominado en inglés
'gentrification',
o éxodo de gente económicamente solvente a lugares donde es más barato alquilar o adquirir una propiedad.
Durante
este proceso, otras entidades siguieron los pasos del ex mandatario. Cada vez
se veían más sucursales de bancos en las calles de Harlem y muchos huían de los precios
prohibitivos del Manhattan Sur, para
establecerse más allá de la calle 110.
Bendición para algunos, maldición para otros, la cuna de los grandes de la música Afroamericana como Ella Fitzgerald, Louis Amstrong, Nat
King Cole, Billie Holliday, así
como de los líderes de la lucha por
los derechos civiles afroamericanos,
Marthin Luther King y Malcom X, había cambiado para siempre.
Claro
está, esta situación no me resultaba extraña en lo absoluto, ya que antes que Bill realizará su aventura en Harlem yo tenía el privilegio de conocer a un hombre con menos cargo y más corazón… El Sr. Eudes…
Corrían los 90 y yo andaba “enamorao”,
como decía mi abuela. Y entre
el entusiasmo y como soy muchacho de bien, quise dar el paso siguiente, conocer
a la familia de mi amiga. A eso vino una retahíla de excusas…
pasaba el tiempo y ni cerca.
En
fin llegó el día, debo reconocer que no conocía la populosa Urbanización La Isabelica en Valencia, Estado Carabobo. En una
conversación con amigos, no
faltaba la advertencia de es “Zona Roja”.
Debo
reconocer que como medio sifrinito que soy, me preocupaba “Un poco bastante”
mi seguridad, la edad nos hace precavidos, pero para alguien que también fue “enamorao” al Barrio Pinto Salinas en Caracas (para los que no lo
conocen eso pasa de rojo a sangre), era un deber impostergable presentarme ante
la familia de mi querida amiga (por ahora).
Los
comentarios de los amigos quedaron cortos… un aroma a orina entremezclado con vapores de cigarrillo,
cerveza y marihuana se dejaba deslizar por las sucias escaleras algo
empegostadas que me llevaban a los pisos superiores, las miradas sospechosas de
oscuros individuos ante la presencia del tipo nuevo y encorbatado, eran un
aviso de que yo estaba totalmente fuera de lugar. Una estridente música que parecía
emerger de diferentes apartamentos, daban un mayor efecto al caos reinante,
situación que se repetía en los bloques adyacentes.
Un
hogar cálido, humilde y en
claro contraste con su alrededor me dio la bienvenida, esa sería mi primera impresión, la cual se mantendría por mucho tiempo, aunque la costumbre haga que los ojos y
el pensamiento, lleguen a ser más
benevolentes.
Buena
gente y otros no tan buenos se mezclaban y sobrevivían en el bloque, en parcelas de pasillos y enrejados
defensivos, en los que algunos trataban de encontrar y proteger la limpieza en
medio de la suciedad, así
como mantener la tradición
de la puerta abierta por encima de todo.
Más o menos para la misma época, llegó
al edificio “El Sr. Eudes” y su familia. Papá
y mamá con sus muchachos
pequeños se unieron al
circo.
Me
casé, los rostros oscuros
y llenos de sospecha se aclararon y relajaron haciéndome una cara conocida en el bloque. De igual forma llegué a notar la presencia del Sr. Eudes en los alrededores. Creo
que nunca pasé el tiempo suficiente
para descubrir el proceso, pero la presencia de este hombre callado y taciturno
se hacía cada vez más presente. Algo estaba cambiando, algo así como cuando visitas a un amigo con poca frecuencia y cada
vez que llegas te encuentras con que los hijos han duplicado su tamaño y habilidades.
Los
matorrales de los alrededores iban desapareciendo, cada vez veía más
zonas recuperadas, mas pasillos se veían
limpios. Un día pasé y en una zona que solo llegué a ver a vendedores de droga y borrachos, había aparecido una cancha múltiple. Llegué
cuando la inauguraban y un sonriente Sr. Eudes, era el árbitro del partido de Voleibol entre los muchachos del
edificio, una escena que se repetiría
por mucho tiempo.
Un
día encontré enrejada la entrada y el otrora pasadizo de lagunas de
orina se encontraba limpio y reluciente, el tiempo pasó y la presencia del Sr. Eudes inundaba silenciosamente el
espíritu de los que querían algo más.
La presencia de la Sra. De Eudes, esmerada con la limpieza de las áreas comunes se hacía
patente y efectiva.
Se
crearon cuentas comunes y hasta administración, cosa difícil
en una zona en la cual solo existían
parcelas, algunas más
parecidas a trincheras que a hogares.
El
saneamiento del bloque era y es patente, las navidades se cubrieron de luces y
camaradería, la belleza del
interior de algunos apartamentos salió
al exterior y hasta se hizo contagioso…
el cambio no solo fue de fachada, también cambio el corazón
de la comunidad.
Los
muchachos del edificio, en estos últimos
20 años, han crecido, ya
muchos tienen sus propios hijos e inclusive permanecen en el bloque. La otrora
cancha se convirtió
en estacionamiento, estructura que contribuye al bien común, al resguardar los vehículos de los vecinos y hasta ayuda con el mantenimiento
de los gastos del mismo edificio. Se han convertido en ejemplo de autogestión.
¿Rivalidades? ¡Claro! ¿Desacuerdos? ¡Por supuesto!!! Pero al final, se han convertido en una
Isla en medio de la miseria, porque la miseria no es falta de dinero, es falta
de ganas!!!
Hoy
sigo siendo un sifrinito con 20 años
más, y siempre me es
grato llegar a visitar a la familia, a los vecinos, a la buena gente del bloque… nunca he intercambiado mucho con el Sr. Eudes, desconozco su religión
o parcialidad política,
pero puedo dar fe, de que en mi distancia y silencio, es un hombre que admiro,
como motor de su comunidad, como Padre y esposo ejemplar, como un verdadero
ciudadano de la patria a la cual podemos aspirar.
Es
la fuerza de un hombre, un solo hombre que hace lo que tiene que hacer, lo que
ha cambiado al bloque y a la comunidad…
muchos no sabrán en donde comenzó todo…
yo que desde afuera recuerdo y escribo se los puedo recordar… fue el Sr. Eudes y su orgullosa y muy valiosa esposa los
que marcaron la diferencia.
Debo
reconocer que desconozco su apellido…
pero no me extrañaría que fuera Clinton, que fuera Mr. Eudes Clinton de La
Isabelica.
Dedicado a los Héroes o Eudes que he tenido el honor de
conocer… y que CNN no ha
conocido.
Reinaldo
Poleo
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