E n una de esas mágicas noches, con mi Abuela Panchita , mientras me contaba una de sus “historias” (como decía ella, nunca cuentos, siempre historias), yo me dedicaba a escucharla y miraba fijamente todo el conjunto fantástico que la rodeaba. Cepillaba rítmicamente la larga cabellera que bajaba como cascada de sus hombros al regazo, cubriendo la blanca bata que le llegaba a los tobillos. Sus ojos levemente cerrados, como reviviendo las historias en la cinemateca de su cabeza, mientras cambiaba su rostro con cada estado de ánimo descrito, pasando desde la seriedad hasta soltar esa estruendosa risotada que al final trataba de callar para no levantar a todo el mundo. Yo contemplaba su rostro circundado por profundas depresiones, las cuales se llenaban de sombras a la luz del velón dedicado a las ánimas, el mismo que creaba fantásticas formas al iluminar al floreado altar del rincón. De igual forma, seguía como hipnotizado el suave movimiento de aque...
Espero que este Blog, sirva como foro de ideas y opiniones que ayuden a compartir lo que sentimos y no discutimos, en una Venezuela de sueños robados