El cuerpo
inerte se abre paso entre la muchedumbre abarrotada en la puerta del templo, el
neón disimulado
entre las orquídeas, resalta las heridas aún sangrantes, mientras realza,
dramáticamente, la lividez del difunto.
Las manos
de los fieles se extendían para tocar la imagen en su sepulcro descubierto,
para luego santiguarse parsimoniosamente.
Ya en la
calle, un oxidado Jeep guía la procesión; en su techo, una ruidosa planta de
electricidad daba vida al equipo de sonido el cual emana las lúgubres notas de
la música sacra. Detrás, el sacerdote camina solemne, acompañado por un sequito
de diáconos en estricto silencio y profunda oración.
El Santo
Sepulcro avanzaba sostenido por los hombros de las juventudes comprometidas,
detrás, la madre, bajo la advocación de la Virgen Dolorosa y luego, Juan,
el discípulo amado.
Tu cabello
blanco contrastaba con la negra chaqueta de cuero, tu caminar pausado pero
firme, avanzaba al lado del Cristo en camino a su última morada. Los reflejos fantasmagóricos
de las velas, revelaban extrañas figuras que flotan caprichosas en las oscuras
calles de la urbanización. Son cada vez más oscuras las calles de nuestra
patria.
Giraste la
cabeza para localizarme y con una sonrisa picara me anuncias,
Ya comencé.- “Creo en Dios Padre,
Todopoderoso…”
Hoy hace 50
años de aquella promesa, tu caminar seguro y sin pausa, al lado del Santo
Sepulcro me hace dudar de que apenas hacen 2 meses, pensé que no lo lograrías.
Hace 50
años recibiste una noticia que a cualquier padre primerizo haría estremecer, tu
hijo, tu primogénito, presentaba síntomas de Meningitis. Fuiste a la casa,
buscaste el viejo diccionario y con lagrimas en los ojos, te desplomaste en una
silla del comedor, “Debido a que los recién nacidos aún necesitan desarrollo
y maduración del cerebro y sus componentes, la mortalidad por meningitis es
mucho mayor en neonatos que en sujetos de otras edades”…
“Creo
en Jesucristo, su único hijo, nuestro señor…”
Tu rostro bañado por lagrimas entre tus manos, las miles de
ideas que cruzaban por tu cabeza… Conozco bien la sensación, como la de aquel
Noviembre del 2001 (Véase en mi blog: Una Historiade Navidad en 8D), cuando enfrentamos la noticia de que tenías un tumor con
alta posibilidad de ser maligno, y más reciente en Enero de este año 2015, cuando
sentado a los pies de tu cama en la
emergencia, nos daban el diagnostico de que sería necesario dializar. Tu
delgadez, tus manos temblorosas y caminar inestable, también me hicieron pasar
los peores escenarios en mi mente.
“…fue
crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer resucitó
de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios
Padre Todopoderoso…”
Así también descendiste a los infiernos de la desesperación y
hace 50 años te elevaste de tu desesperación e hiciste “La Promesa ”:
“Señor, salva a mi
hijo, Te Prometo que asistiré todos los
Viernes Santos, mientras viva y pueda, a la procesión del Santo Sepulcro y le
acompañaré rezando los 33 Credos, y haré que mi hijo me acompañe, mientras
pueda y quiera, pero Señor, sálvalo por favor…!
No fue sino
hasta adulto que pude entender tu bendita manía de interrumpir mis vacaciones,
no te imaginas el esfuerzo que hacía acompañándote entre esas muchedumbres, a
pesar del fastidio y mi fobia a esas masas humanas (Léase en mi blog: Amaneciendo en Caracas, Mi Sucursal del
Cielo)
Cuanto he
aprendido de ti, Papá, cuanta fuerza para apartar tu propia naturaleza y
entregar tu vida, tu tiempo, tus sueños por nosotros.
Cuantos TÚ
hacen falta en nuestra Nación, tan carente de Principios y Valores…tan escasa
de verdad y de la justa palabra.
Cuanta
falta hace la entereza del hombre que cumple su promesa, ante Dios, ante los
hombres y ante su Patria.
A lo mejor
a nuestra Patria le hace falta un Padre como tú…
“Creo en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia Católica, en la Comunión de los Santos,
el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y la vida eterna.
Amén”
Otra vez
giras la mirada y casi en susurro me dices.- Terminé.
Ya casi
llegamos al Templo, una lúgubre neblina cubre a la procesión.
Gracias
Papá, estoy plenamente seguro que aquella noche, hace 50 años, salvaste mi
vida.
Gracias
porque tu fe y ejemplo me ha dado una vida grandiosa, llena de amor, de lucha,
alegrías y esperanzas.
El domingo
de Resurrección un Whatsapp me despierta, eres el primer saludo de Pascua que
recibo.
A veces, es
necesario cruzar la oscuridad, la desgracia y la desesperación para comenzar la
verdadera vida. Y creo, que la
Resurrección de Jesucristo nos debe recordar que todos
podemos resucitar, imagínense, si vivimos en nuestra fe con la confianza de que
todos podemos resucitar a la muerte misma, entonces, ¿a cuantas cosas no
podemos resucitar en vida?
El buen
camino no es fácil, sin embargo, para los cristianos, Jesucristo nos demuestra
que TODOS podemos cruzarlo.
¡Así que alégrense!
En estos
momentos de oscuridad, recuerden que es solo una etapa en el camino de la Resurrección.
Una vida
surgida del duro aprendizaje, surgida de la muerte de un Pueblo, que dejó a sus
hijos caídos en los hospitales porque no recibieron la atención necesaria; en
las calles, victimas del hampa.
Una nueva
vida surgida del paso de los nuevos venezolanos, por la miseria del los falsos
profetas, venidos a llenar los corazones vacíos de esperanzas vanas.
Yo creo en la Resurrección de mi
Patria, de mi Pueblo, porque Tú, Papá, hiciste posible el que yo crea en las
cosas que parecen imposibles, porque Tú me enseñaste que con trabajo,
responsabilidad, tesón, fe y alegría, podemos dejar que los milagros se hagan
realidad.
Nadie dice
que será fácil, pero tengo fe de que lo veremos juntos…
TE LO
PROMETO…
Reinaldo
Poleo
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