“Estad siempre preparados y mantened
las lámparas encendidas, y sed semejantes a hombres que esperan a su señor que
regresa de las bodas, para abrirle tan pronto como llegue y llame…”
Lucas 12:35-36
“¡No voy a hacerte daño! Wendy, querida, luz de mi vida, ¿de qué tienes
miedo? No me has dejado acabar la frase, dije: ‘No voy a hacerte daño’, sólo
voy a aplastarte los sesos. ¡Aplastaré tus jodidos sesos!” – Jack Torrance en El Resplandor de Stephen
King
Los primeros días de marzo comenzaban con el pleno furor de un intenso e inusualmente activo primer trimestre. Aún estaban recientes las “cicatrices económicas” que había dejado el Apagón Nacional de hacía un año. Sin embargo, nuestro nuevo emprendimiento se venía consolidando muy bien, para los duros momentos que ya vivía el país.
La agenda del mes estaba completamente copada, teníamos en curso un
exitoso Espectáculo de Talentos que amenizaba todos los jueves al local, la
gente fluía y tanto empresas como proveedores, buscaban conectarse con el
mágico ambiente que logramos con mucho esfuerzo.
En Medio de tanta mala
noticia, nosotros nos habíamos convertido en una muy buena
La tercera semana de marzo se vislumbraba bien interesante, haríamos
nuestra primera exposición fotográfica, la cual finalizaría con el inicio de
diferentes cursos fotográficos de la mano de uno de nuestros aliados. Se
respiraba un leve frescor entre el asfixiante entorno nacional. En nuestro
espacio siempre serías recibido con un fuerte abrazo y un mejor café.
El grato ambiente no nos alejaba de las situaciones que se venían
generando fuera de nuestro entorno, las calles nuevamente se calentaban ante el
llamado de protestas realizado por el presidente interino Juan Guaidó, contra
el régimen socialista. Razones había, eran muchas y muy legítimas.
Mientras tanto, en el mundo se alzaba una oscura nube que venía del
lejano oriente, desde principios de año un nuevo virus hacía estragos en la
lejana ciudad de Wuhan en China y al parecer se había convertido rápidamente en
epidemia. La prensa aseguraba que la incorrecta aplicación de los protocolos
correspondientes, amenazaban con esparcir el brote del denominado Coronavirus
COVID-19, allende las fronteras del hermético país.
Cuando la política se
antepone a los expertos, el desastre es el único resultado posible
En marzo era evidente que el virus estaba lejos de ser controlado. Las
terribles descripciones de agónicas muertes, cuerpos en calles y casas, así
como de servicios médicos y funerarios colapsados en la moderna China socialista,
eran noticias difíciles de ocultar.
La primera semana de marzo comenzamos a revisar las recomendaciones de
la Organización Mundial de la Salud (OMS) a fin de prevenir los posibles
contagios. Nuestra mayor preocupación era la proliferación del “Distanciamiento Social” como la medida más efectiva. Protocolo muy
negativo para un lugar en donde el abrazo, la cercana compañía y el compartir
humano le han convertido en un Oasis dentro de un mundo de confrontaciones.
La estrategia era clara (para nosotros), asegurar insumos, implementar
el uso de desechables, adaptar los espacios y prepararnos para la venta
delivery, mientras la situación lo ameritara.
Día a día las noticias cambiaban, la cosa iba de mal en peor y con
mucha rapidez, Italia se había convertido en el segundo brote de importancia,
entre otros focos en diferentes países del mundo. La forma en que llegaban las
noticias se parecía mucho a las películas de Zombis, era escuchar las noticias
de Resident Evil o Guerra Mundial Z. Al parecer la “Corporación Umbrella” tenía
la colmena en China y no hay una “Alice” que salve el día.
El 11 de
marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce que estamos
ante una Pandemia, por la alta cantidad de personas infectadas (118.000) y
muertes (4.291) que había causado alrededor del mundo (114 países).
La noticia precipita los rumores, en Venezuela no existen instituciones
preparadas para hacer frente a NINGUNA situación fuera de lo político, me
consta que el trabajo de empleados públicos abnegados hace que algunas cosas
aún funcionen, debido a esto era fácil poner en duda la toma de decisiones acertadas,
capaces de cubrir todas las variables que rodean a un evento como éste y menos aún,
de dimensiones catastróficas.
Tristemente me viene a la memoria el desastre del Estado Vargas, en el
año 1999, el cual dejó en evidencia la incapacidad del novel gobierno para
hacer frente a la tragedia, a pesar de haber heredado unas instituciones que
hasta el momento habían funcionado. Veintiún años después, de eso… no queda
nada.
La Presidencia no
otorga superpoderes y mucho menos sabiduría
“El 13 de
marzo, en horas del mediodía, Delcy Rodriguez, vicepresidente del régimen,
lideró una alocución desde el Palacio de Miraflores para confirmar los dos
primeros casos de coronavirus en Venezuela. Se trató de dos connacionales, una
mujer (41) y un hombre (52), que llegaron al país en vuelos de la aerolínea
española Iberia los días 5 y 8 de marzo. Asegura que los dos infectados están
domiciliados en el estado Miranda y fueron puestos en cuarentena preventiva.”
Así al despertar del lunes, 16 de marzo, amanecíamos encerrados, de
golpe, luego de un fin de semana de desinformación, la capital amaneció
bloqueada. Nada nos preparó para realizar un cierre ordenado de nuestras
empresas, el país despertaba paralizado sin más ni más.
De igual forma, el “Desgobierno” amanecía emulando a países “Normales”,
hablando de teletrabajo, escuelas por internet. Toda la tecnología de avanzada
al servicio de un país desconectado.
En mi caso particular, fiel reflejo del entorno Nacional, hace más de
un año que tengo abierto un reclamo por tener desconectada la línea telefónica
de la estatal CANTV, dicha línea es la que nos dota de Voz y Datos, a través
del servicio ABA. Ya no hay más instancias a la cual acudir, luego de agotar
los procedimientos de reclamo establecidos, acudimos a una oficina la cual nos
informó que nos encontramos en una “Falla Masiva” (hoy es la causa más común), la cual está ocasionada probablemente
por algún repuesto que la empresa estatizada está imposibilitada de conseguir o
pagar, es muy conocido de comunidades que obtienen los repuestos para reparar
las fallas de la empresa.
Dejar de pagar el servicio, aunque no lo tengas, es exponerte a
perderlo indefinidamente. Es importante destacar que CANTV tiene la hegemonía
comunicacional en Venezuela.
La telefonía celular no se ve apartada de esta situación, el alcance de
la señal es cada vez más reducido. Mi línea celular, después de haber tenido un
servicio excelente tanto de voz como de datos, fue languideciendo en el tiempo,
hoy soy uno de tantos zombis que deambulan alzando el celular tratando de “pescar”
la señal.
El 13 de marzo del corriente año, el Simón Bolívar, el primer y único
satélite de comunicación estatal de Venezuela quedaba fuera de servicio, cuando
una serie de maniobras lo dejaron caer en una órbita inutilizable.
En la tarde del miércoles 25 de marzo, el Ministerio de Ciencia y
Tecnología publicó en su Facebook un comunicado en el que se lee que el
gobierno venezolano “hace del
conocimiento público que, después de aproximadamente doce años de operaciones y
debido a una falla, el satélite Simón Bolívar no continuará prestando servicios
de telecomunicaciones”, sin mayores detalles.
Y así se fueron por el caño 241 millones de dólares que costó el
satélite, el cual requirió una inversión adicional de 165 millones de dólares
para la construcción de dos estaciones de control en el Estado Guárico y otra
auxiliar en el Estado Bolívar. Claro está, se justifica este segundo gasto
porque nos quedan otros 2 satélites en el aire. El que se cayó seguramente
tenía garantía de 3 meses como todas las vainas chinas.
Al final, al parecer, solamente se quedaron sin TV… De la que nos
salvamos los que teníamos Tv por Cable o satelital…
O al menos eso es lo
que pensábamos…
La primera semana de cuarentena estricta transcurrió en una especie de
sopor post apocalíptico.
Simplemente evaluando que hacer, sin equipos, sin expedientes, sin
abrazos, sin agua. Así como lo leen… Sin agua.
Como ya les he narrado anteriormente, los servicios en Venezuela
simplemente se han ido apagando. Ustedes escucharan las excusas gobierneras
como la “Guerra Asimétrica”, “Guerra Económica”, “Ataque de Rayos electromagnéticos”,
“Ataque de Naves espaciales”, “Bloqueo”, “Sanciones”, “Terrorismo”, “Saboteo” …
Pero jamás escucharán palabras como “Corrupción”, “Ineptitud”,
“Ineficacia”, “Corrupción” (disculpen… ¿repetí corrupción?).
Si hiciéramos un
monumento con todas las primeras piedras colocadas por este gobierno a fin de
fortalecer los servicios, haríamos una pirámide como la de Tlachihualtepetl
en Cholula, México (a que no sabían que era considerada la pirámide más grande
del mundo).
Así que la primera semana, perdón, las 2 primeras semanas,
transcurrieron entre pensar, limpiar y buscar agua. Mientras las
recomendaciones de los entes encargados de la salud de todos los venezolanos decían
que el frecuente lavado con mucho jabón, era una de las formas del protocolo a
seguir para mantener alejado el virus, aunado al “Distanciamiento Social”,
todos hacíamos colas para obtener de pozos o cualquier otra fuente, el vital
líquido.
Como diría el coro de la Pulga y el Piojo de Serenata Guayanesa:
“Ya no es
internet
Que ya no
tenemos
Ahora es el
agua
¿Dónde la hallaremos?”
Si te parece que la cosa ya pinta calva ahora hay un tema que no
podemos dejar a un lado:
LA COMIDA
La gente en casa, sin actividad, estresada… ¿Qué es lo primero que le
pasa por la mente?
¡Meterse alguito a la boca!
Pero la comida no llega en operativos, ni la bendita caja del CLAP
tiene regularidad alguna, para los que reciben la “ayuda” socialista cargada de
artículos de dudosa procedencia. Aquí comenzaba el consumo de los ahorros, de
lo poco que te quedaba en el bolsillo. La presión por obtener comida y la
desaparición de la moneda nacional, el “Bolívar Soberano” Sucesor del “Bolívar Fuerte”
el cual sucedió al Bolívar… impulsó el precio del dólar.
La cotización de la moneda imperial que rige a nuestra economía
zoocialista fue perdiendo poco a poco la extraña estabilidad que había tenido
en los primeros días de marzo, así también los problemas de movilización de
productos básicos impulsaban los precios al alza, aún más en una economía con
hiperinflación y dolarizada sin control alguno del mercado. En Venezuela hasta
el dólar sufre de inflación.
El Virus no quitó el
apetito del pueblo
Después del agua, la otra logística a establecer es la obtención del
alimento. Un miedo irracional invadía los sentidos, el contacto humano era
altamente peligroso. Hasta miedo daba asomarse a la calle.
El cierre de las vías hacia la ciudad capital y los horarios de entrada
y salida de los municipios planteaban la necesidad de crear protocolos a fin de
obtener alimentos y en especial hacerlos llegar a los grupos de mayor riesgo,
entre ellos mis padres, quienes, aunque son adultos perfectamente capaces de
valerse por sí mismo, caen por la edad en los grupos de riesgo según lo
señalado en los instructivos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Sin embargo, conseguir alimentos en Venezuela no es tan simple como
entrar en Walmart o un Costco, no en todos los lugares hay lo que necesitas y
en donde los encuentras no necesariamente tienen el mejor precio. En un momento
en el cual la capacidad de generar ingresos se ve mermada o desaparecida, lo
más inteligente es rendir lo que tienes, y eso sólo lo haces moviéndote y
moverte implica distancias y obligatoriamente el uso del vehículo.
Abril comienza con malas noticias, la Pandemia aumenta, y en Venezuela,
el país con mayores reservas probadas de petróleo, la gasolina comienza a escasear.
Le aviso a mis padres que dedicaré sólo un día a la semana para buscar
alimentos, así que me deben tener listo el listado de sus necesidades,
incluyendo medicinas.
Después de 15 días encerrados o con muy poca movilidad, la situación en
los hogares se caldea, la desacostumbrada cercanía, la falta de distracciones,
las necesidades (que son muchas), van dejando huellas en el ánimo de quienes
conforman el entorno familiar. Comienzan las discusiones pendejas, hasta el
respirar ajeno deja de sonar normal. Los horarios se dan al traste, muchos
comienzan a sufrir de Jet lag y ni siquiera han salido a la puerta.
Se comienzan a hacer comunes los desvelos… hasta parece que me tengo
que levantar más veces al baño en la noche… no sé si es la edad y la próstata o
es simplemente es la uretra que me está vacilando.
Tomamos decisiones con la comida, la rutina es terrible, parece que al
terminar la faena del desayuno se inicia la del almuerzo que pega con la
merienda y continúa con la cena… todo esto sin respirar.
Una noche abro los ojos… Ella me está mirando con una mirada totalmente
asesina… me mira, la miro y en silencio se voltea y estoy seguro finge dormir.
Esa noche salí del cuarto, encendí la computadora y me puse a escribir… mirando
directamente a la puerta de la habitación, no me podría sorprender, la tenía
vigilada.
Al amanecer despierto abruptamente sobre el teclado… Creo que debió
drogarme, la escucho canturreando en la cocina haciendo arepas (definitivamente
una actitud psicópata).
Pasan los días, los desvelos nocturnos, la mente desatada en el qué
hacer, como conseguir dinero, como producir, pero estoy paralizado y hasta
tengo miedo a salir…
“La «fiebre de la cabaña»: consecuencias del confinamiento
María Rodríguez 12/04/2020 11:27 AM
El origen exacto del término no está claro, aunque empezó a
utilizarse en el siglo XX para poner nombre a lo que sentían las personas que
vivían al norte de Estados Unidos y Canadá, cuando se encerraban en sus casas
debido a las oleadas de frío durante la época de invierno.
Hoy, no es el frío quien obliga a una cuarta parte del mundo a
permanecer en casa, sino la pandemia del coronavirus. Sin embargo, ambos casos
obligan a un aislamiento social prolongado y a un confinamiento forzoso que, a
la larga, pueden afectar seriamente a la personalidad del individuo.
«SUBIRSE POR LAS PAREDES»
El término conocido como «Cabin Fever» ha llegado incluso hasta la
literatura y los cines. En El Resplandor de Stephen King, para el protagonista,
caracterizado por Jack Nicholson, la soledad y el aislamiento que le producen
vivir en un hotel solo con su mujer y su hijo hacen que cambie por completo su
personalidad, hasta convertirse en el propio enemigo.
El doctor y profesor emérito de la Universidad de Minnesota, Paul
Rosenblatt, explica a BBC News Mundo que durante los años 80 realizó un estudio
en este estado para profundizar sobre este concepto.
Las personas solían tener las mismas sensaciones: aburrimiento,
irritabilidad, desasosiego o insatisfacción, entre muchas otras. Es decir, lo
que actualmente muchos describirían con el término informal de «subirse por las
paredes».
Para muchos expertos, la fiebre de la cabaña está estrechamente
relacionada con el Trastorno Afectivo Estacional (SAD) o la claustrofobia. (https://irispress.es/2020/04/12/la-fiebre-de-la-cabana-consecuencias-del-confinamiento/
)”
Y parió la abuela…
Sábado 4 de abril, amanecemos de compras.
Nos detenemos en una sucursal de la reconocida cadena de farmacias que lo
tienen todo, en San Antonio de los Altos. No permiten la entrada de grupos
familiares y piden la colaboración de la gente para evitar aglomeraciones, a
pesar de que es controlada la entrada y la cola para entrar. No utilizamos el autoservicio
porque la necesidad de comparar precios y buscar oportunidades es mayor que la
velocidad y hasta que el miedo al contagio. Me quedo en el auto mientras mi
esposa ingresa.
Una vez dentro comienzan los mensajes por
WhatsApp, precios, impresiones, chistes y comparaciones, lo rutinario en estas
separaciones obligadas. Ella en el interior del local decide buscar un carrito
para colocar los artículos que llevaba en la mano. Una persona ha dejado otro
carrito de automercado a su espalda, cuando se dispone a sacar el suyo, no ve
el de su espalda.
Y cuando se va a girar, sorprendida
evita tropezar con el carro realizando un instintivo movimiento para evitar el
tropiezo…
La casualidad… la causalidad… un mal
movimiento… una debilidad ósea… un crac en el pie… una llamada…
Me extrañó que me llamara y más me
alarmo cuando la escucho llorando,
¡Es mucho el dolor! - me dice entre sollozos.
Con palabras entrecortadas me pide que la
ayude, no sin antes advertirme que cree que algo se rompió, necesita irse al
auto y que yo pague las medicinas de mis padres.
Salté del auto con el corazón en la
mano, nunca me dejará de sorprender la capacidad de una mujer para enfrentar
los dolores.
Me dice que espera que no sea nada, pero
que sonó feo, que ella se puede ir poco a poco al auto e insiste que me quede a
pagar la medicina tan urgente.
Una vez en el automóvil la encuentro
llorando largamente, los por qué, el momento, la situación delicada en
hospitales, clínicas y centros de salud.
El día transcurre entre entregar los
insumos a mis padres, colocando hielo al pie esperando una mejoría con las
esperanzas puestas en que sea solo una exageración, aunque mi corazón reconoce
que no debe serlo.
Ella me pide que espere, no quiere
asumir que nos arriesguemos a llegar a un centro de salud, so riesgo de una
contaminación.
El domingo no es mejor, llamo a su
traumatólogo y le explico la situación. En la conversación me indica que la
ingrese por la emergencia de la clínica el lunes a primera hora. Aunque le
queda poco combustible en el vehículo, la va a ver.
Así es… la crisis de combustible se hace
cada día más grave. La última vez que yo llené el tanque fue el domingo 15 de marzo,
he esperado a que la situación del combustible mejore, como ha sucedido en
otras ocasiones, pero a la fecha no se ve mejoría. El gobierno se excusa con
los “bloqueos imperiales” y el cierre de las fronteras por la cuarentena.
Parece que ha olvidado que nosotros tenemos el petróleo y las refinerías.
El barril de petróleo cerró el viernes
en 32,01$ y la tendencia es a la baja.
El lunes comienza la angustia, tenemos
que ir a la clínica…
En
Venezuela, la precariedad de los servicios hospitalarios del sistema gubernamental,
sumado a la desaparición de las medicinas, la emigración de médicos y
especialistas, los altos costos de los servicios hospitalarios privados, los
cuales se han dolarizado en algunos casos en forma absurda y descontrolada, así
como la desaparición de los seguros médicos privados en moneda nacional,
consumidos por la hiperinflación descontrolada y la imposibilidad de adquirir las
nuevas alternativas en dólares en un país en donde el salario mínimo mensual no
llega a 5 dólares, ha hecho de las clínicas privadas, edificios vacíos en
espera de pacientes capaces de extender su existencia
Nos recibe un ambiente fantasmal, los malos
recuerdos de una clínica atestada de gente, esperando en la administración a
que las compañías de seguros dieran la clave que permitiera la entrada del
paciente, son cosas del pasado.
La caja cerrada, no hay un enfermero en
la entrada que ayude al ingreso de pacientes delicados, el estacionamiento
vacío y un solitario empleado que funge de portero, recepción y administración
de ingreso.
El sorprendido empleado se apresura a
colocarse el tapabocas al vernos entrar, llevo a mi esposa en una de las sillas
de ruedas que encontré “estacionadas” a la entrada.
“Necesita un depósito en dólares o
póliza en divisas para ingresar”, es la advertencia al entrar.
Los trámites son rápidos, ni la clínica
ni la compañía de seguros tienen mucho movimiento.
A la emergencia ingreso sin que nadie me
indique el paso, sin embargo, desafortunadas ocasiones anteriores me hacen
conocer el camino.
En tiempos anteriores, el pánico se
hubiese hecho dueño del lugar con mi atuendo. Tapaboca, guantes, lentes, gorras
y el cuerpo totalmente cubierto es vestimenta de atracador, sin embargo, las 2
enfermeras encargadas de la emergencia se ven sobresaltadas simplemente ante la
entrada de un paciente en una sala totalmente vacía.
Nuevamente, al recuperarse de la sorpresa,
lo primero que hacen es subirse el tapabocas. Por primera vez siento la
intención de ser atendidos, llaman al médico residente, el cual estaba por irse,
aunque no había llegado sustituto. Una guardia tan solitaria debe ser terrible.
La llamada al especialista,
radiografías, nada más el tema estudio es delicado… la primera instrucción que
me envió el médico antes de ingresarla era preguntar si estaban haciendo
estudios radiológicos.
En el proceso, de pronto hay revuelo,
una enfermera entra y se pone un “traje de astronauta” … máscara, guantes,
gorro, bata… y más.
Me agradecen no salir de la zona…
Lo que temía estaba ocurriendo, en la recepción
está ingresando una persona con síntomas sospechosos relacionados al Virus.
¿Cómo se los puedo explicar?
Ése es el momento en el cual sientes la
verdad de las circunstancias, el deja vu de un mal sueño, la materialización
del mito. El momento de la verdad, atrapado en el hospital con el zombi en la
puerta. El nerviosismo de las enfermeras es patente y no ayuda nada a
tranquilizarnos.
Tranquila, aquí estamos seguros. – me escucho decir, con una
seguridad inusitada, la cual yo mismo no creo.
Una joven enfermera se nos acerca sin
ocultar su nerviosismo, sin embargo, actuando con aplomo y enfocada en atender
y tranquilizarnos.
Me apresuro en preguntarle,
¿Pasarán a la persona sospechosa de
tener el virus a esta sala?
Y con la señal de la cruz de por medio proclama
un ¡Dios nos guarde!
La Clínica tiene un protocolo dispuesto
para tales casos, el ingreso del paciente es inmediato a una habitación
dispuesta para tal caso. El paso es por otra parte del nosocomio, alejando la
posibilidad de contaminación de las áreas comunes.
Transcurre el tiempo, llega el médico,
los resultados y el diagnóstico.
Fractura del tarso del dedo pequeño del
pie derecho, en circunstancias normales ameritaría una plaquita y tornillos,
según el especialista, sin embargo, por no haber desplazamiento se va a jugar a
que se haga un callo.
El diagnóstico es devastador para ella, quedarse inmóvil en las actuales circunstancias le parece terrible.
No hay nada que hacer.
Ella salió con férula y antes de partir
nos indican que la persona ingresada al parecer sólo tiene un Dengue,
(tranquilos por el “simplemente”, en Venezuela este tipo de enfermedades son
normales, como la malaria y el paludismo, erradicadas en los años 50-60 y resucitada
en Socialismo).
Las gripes virales normales continúan,
un detalle que al parecer olvidamos.
Y
pasó abril y mayo…
La cosa recrudeció terriblemente, los
vehículos se fueron quedando sin gasolina, intenté recargar combustible en 2
oportunidades, en la primera a la buena de Dios, desistí después de 8 horas
cuando un amigo me avisó que no había gasolina y no sabían cuando enviarían, yo
estaba a 2 Kilómetros de la estación de servicio. El régimen decidió colocar
gasolina por pico y placa, es decir, cada día sería dispensada gasolina a los vehículos
cuyos terminales de placa correspondieran según el orden establecido.
En esa cola dure 8 horas, en ese momento
me enteré de que apenas 150 automóviles eran los afortunados, la estación de
servicio dispensaba de 6:30 a.m. a 9:30 a.m.
Yo estaba a 4 kilómetros de la punta de
la cola y los primeros automóviles estaban desde hacía DÍAS, hasta 2 días
antes. Con mi esposa convaleciente y sin nadie que le ayudara era muy difícil
realizar esta hazaña la cual hice hace 18 años atrás con el Paro Petrolero,
durante el gobierno del difunto.
Ya no pude llevar insumos y medicinas a
mis padres, los vehículos oficiales y los que poseen los “salvoconductos” son
los únicos que pueden ripostar. A los que logran echar en forma legal les
corresponden 20 litros.
Aparecieron las mafias de venta
clandestina de combustible, la mayoría manejada por los funcionarios militares
y policiales. En muchos lugares fueron captados enfrentamientos entre estas dos
“Bandas” de la seguridad nacional.
Morral al hombro y caminando recorría
los mercados en busca de lo que necesitáramos, mientras el Bolívar desaparece y
el dólar inflado se convierte en rey.
Mis padres, enfermos y cansados
consiguen cubrir sus necesidades apenas, la solidaridad de los vecinos se
convirtió en indispensable.
Rutinas diarias son creadas para
administrar la nueva realidad, conocí a vecinos con los que nunca tuve
contacto. Basta con entender que saliendo en la madrugada al trabajo y
regresando en la noche hace difícil las relaciones humanas. Sobrevivir se lleva
tiempo y ganas, diversión, reunión y vida.
El tiempo y los protocolos alejan el
miedo.
Dos meses de cuarentena fortalecen los
lazos vecinales, los saludos son más frecuentes y las noches de cartas y dominó
se hacen frecuentes “entre los que aprobamos y compartimos protocolos”.
Cuando creíamos que más nada podía
sucedernos, mientras yo estaba en la cola esperando por combustible, el 19 de mayo
del 2020, recibo un mensaje alarmante de mi convaleciente pareja.
“La
señal de DIRECTV está caída”
La única señal decente, eficiente, la
que a fuerza de sacrificio pagaban los venezolanos más pobres de los lugares más
remotos, a fin de estar conectados con las noticias y el entretenimiento del
mundo, desapareció sin aviso alguno.
Aproximadamente 10 millones de
venezolanos quedaron sin la señal satelital, lo cual significaba que ese número
de personas se quedaría sin señal alguna debido a que los servicios de cable
actuales no pueden asimilar a los 2,4 millones de suscriptores (la cifra de 10
millones son los que veían la señal). Esto significa que 1 tercio de la
población del país se quedó sin señal de TV y con pocas probabilidades de
cubrir adecuadamente la misma.
El régimen exige a la empresa que
mantenga en su parrilla canales sancionados por el Departamento de Estado de
los Estados Unidos y la empresa se ve obligada a cumplir por estar su sede
principal en dicho país, ante las amenazas de lado y lado realizan una
intempestiva maniobra y amanecen de golpe. Un golpe para los empleados que
primero reciben la liquidación antes que la notificación de despido, para los
suscriptores que recibimos un email en el que nos dicen que “no nos abandonarán
y están trabajando para reestablecer la señal” que nunca llegó…
En
Resumen, sin teléfono, sin internet, sin televisión, sin trabajo, sin gasolina,
o sea, sin transporte, con serias fallas de agua, gas y luz.
Esa es la situación en un mayo del año
2020, comienzos del Siglo XXI… ustedes saben, el siglo en el cual pensábamos
que hasta automóviles voladores tendríamos.
Entre el 28 y 30 de mayo del 2020, han
llegado 3 de 5 barcos que vienen de Asia, no son la Pinta, La Niña y La Santa
María, son el Fortune, el Fores y Petunia, no vienen de España y no van a
cambiar espejitos por oro, en realidad van a cambiar gasolina por oro, por
mucho oro entre otras concesiones.
El 25 de mayo, el Departamento de Estado
declara a Venezuela, “Santuario para el Terrorismo”.
El 30 de mayo en alocución del régimen
se habla de “volver a la normalidad”, se decreta la flexibilización de la
cuarentena y el incremento de la gasolina en 8.333.332,900%, siendo ésta la
subsidiada, controlada a través del carné de la patria y limitada a 120 litros
por mes. De igual forma se crea la gasolina libre a precio internacional de 50
centavos de dólar por litro.
Al
parecer la gasolina era la vacuna contra el virus y el fin de la cuarentena.
Debo reconocer que la colaboración y
solidaridad de amigos y vecinos hizo más llevadera la situación, nos adaptamos,
compartieron la señal inalámbrica la cual nos ayudó a mantenernos conectados y
hasta reestablecer comunicaciones de trabajo. Es decir, pudimos producir en
medio del caos.
Igualmente se incrementaron los afectos,
se compartieron las alegrías- Nuevas ideas para enfrentar la nueva realidad
están apareciendo.
Lo que debemos recordar es que no
volveremos al mundo que dejamos atrás el 16 de marzo del 2020.
Atrás quedó mi cumpleaños por WhatsApp,
con mi torta casera, solitaria y un brindis acordonado por el miedo.
Para la posteridad quedarán las fotos a
computadoras y celulares en donde compartimos celebraciones, reuniones y
aprendizajes.
Una nueva vida que surge desde la
terrible realidad de un país que se derrumba en medio del miedo, las
desapariciones forzosas, las ejecuciones extrajudiciales, las detenciones arbitrarias,
los presos políticos y los presos por no estar dentro de la política del
régimen.
El 1ro de Junio del 2020 comienza la
Flexibilización…
Paradójicamente, Maduro menciona que se ha registrado la
cifra más alta de contagiados hasta la fecha, 152 casos para un total de 1662
infectados. Además, anuncia 3 nuevas muertes… pero tenemos GASOLINA…
El primer día de flexibilización
amanezco en una cola de combustible, al terminal de mi placa le corresponde ése
primer día y me ubico a 6 kilómetros de la estación de servicio, les confieso,
me fui como a las 9 a.m., incrédulo de que fuera realidad el procedimiento.
Mi vehículo está en la reserva, son
muchos los autos que presentan fallas por inyectores sucios, entre otros males.
He sabido de casos en los que la compra de combustible de contrabando ha
acabado con los motores por recibir gasolinas mezcladas para rendirlas,
comenzaron a 5 $ por 20 litros, luego me ofrecieron a 20$ por litro.
Nunca me rindió tanto un tanque de gasolina, espero lograr echar después de 79 días, la última vez fue el 14 de marzo.
La cola se mueve, despacio, pero se
mueve, el auto solo lo usé durante el último mes para llevar a mi esposa al
médico, a baja revolución y en neutro en las bajadas, los motorizados me pasaban
raudos y veloces en dichas bajadas con sus motos apagadas.
A las 4 horas estoy cerca de la estación
de servicio, mi intento de llegar a la “Nueva Normalidad” depende de que pueda
llegar a la oficina en Caracas, y eso solo lo puedo lograr con gasolina en el
vehículo. También quiero volver a ver a mis padres.
Quedo a 5 carros de la estación de
servicio, han cerrado. El combustible se ha terminado…
Mi “Normalidad” queda suspendida.
El sábado
siguiente me toca intentarlo de nuevo, sin embargo, según el esquema propuesto,
después de esta semana tocan 2 semanas de cuarentena estricta.
Si logro recargar veré a mis padres…
Necesito
darles un Abrazo.
ESTA HISTORIA CONTINUARÁ CON LA NUEVA
NORMALIDAD O COMO LA HEMOS LLAMADO…
FLEXIBILIZACIÓN IRRESPONSABLE O ¿GASOLINA
1 – CORONAVIRUS 0?
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